Se me había metido en la cabeza leer Cumbres
Borrascosas desde
el 2010. Había escuchado tantos elogios y había leído tantas referencias en la
literatura y visto tantas en el cine que yo tenía que saber de primera fuente
de qué iba esta novela. Recuerdo que una amiga la descargó en PDF, la imprimió
y me la regaló engargolada. Era enorme. Yo empecé a leerla, pero pronto la
abandoné; sin embargo la mantuve como tarea personal pendiente hasta que la
terminé de leer hace unos días. Eso sí, la leí como a mí me gusta: cada día por
las noches desde una edición cómoda que encontré en una librería de por aquí. Ese libraco engargolado nunca me apeteció
nada.
He quedado satisfecho y ahora entiendo por qué
tantas referencias a esta obra, pues supone un novelón romántico que
desencadenó, posteriormente, infinidad de estudios como obras pretendiéndole
imitar. Previo a mi lectura investigué un poco de Emily Brontë y no me costó nada imaginarme el
panorama literario para una mujer escritora, poco más desdeñable del actual,
pero sí que requería gran voluntad y riesgo hacerlo.