sábado, 23 de enero de 2016

Día de Snoopy y Charlie Brown…



 
El horario de verano en este país austral es una locura y me gusta muchísimo. Aun no sé qué hacer para acostumbrarme, pero creo que estar sin acostumbrarme es mi estado de costumbre. {¡Cómo me gusta repetir palabras últimamente!}  

martes, 19 de enero de 2016

… y el mate (no) compartido mide horas vanas.





“Me conmueven las menudas sabidurías
que en todo fallecimiento de hombres se pier-
                                                                                                 [den…”  J.L. Borges.

jueves, 14 de enero de 2016

¡Cómo me gustás, Buenos Aires!


Buenos Aires vendría a ser la ciudad auténticamente enorme que conozco por primera vez.  Cada vez que piso su suelo, recorro sus veredas, abordo el subte y veo los rostros de sus gentes, siento una nostalgia increíble. Una cosquilla en mi pecho inexplicable. Quiero convencerme de que en otra vida, viví o amé ahí. La única explicación que creo posible. Por eso me gusta tanto y amo poder visitarla cada cierto tiempo.   También me gusta esa sensación de anonimato que me confiere. Ser único y a la vez ninguno en esa enorme calle 9 de julio. De pie ante el obelisco. Recorriendo en la madrugada sus calles. Boedo. Sus cafés y sus bares.

viernes, 8 de enero de 2016

Apagar el televisor





Apagar el televisor
 en el último capítulo de la serie.
Aunque el último capítulo de la serie
 sea el más emocionante: ¡Apagarlo!
 Tensión y sosiego son dos estados que
acompañan al televidente.
¿Y al televisor?
Ese rutilante y mediocre aparato
ya no da más la imagen.
Y la pantalla oscura y empañada
ya no da nada.

miércoles, 6 de enero de 2016

Prólogo de historias que empiezan





Quiero empezar describiendo una imagen. Porque las mejores fotos últimamente aparecen cuando no hay nadie con cámara en mano que las haga. Pero suceden. Y siento apuro por registrar esas imágenes inalcanzables, de alguna manera,  por una cámara:

domingo, 3 de enero de 2016

Primero de enero




Recibí el año nuevo muy lejos de mi familia de sangre. Quizá la primera vez en toda mi vida que lo recibo así; sin embargo, ahora, a la luz de la distancia puedo darme cuenta que antes sí estuve lejos aunque estuviera tan cerca; pero ahora, por estar lejos, les siento tan cerca aunque no hablemos en semanas {¡Qué ordinario juego de palabras!}.