Recibí el año nuevo muy lejos de mi familia de
sangre. Quizá la primera vez en toda mi vida que lo recibo así; sin embargo,
ahora, a la luz de la distancia puedo darme cuenta que antes sí estuve lejos
aunque estuviera tan cerca; pero ahora, por estar lejos, les siento tan cerca
aunque no hablemos en semanas {¡Qué ordinario juego de palabras!}.
Soy muy
malo para estas fechas, mi mama, aun siendo la persona más idealista que
conozco, me hizo ser indiferente a estas fechas. Siempre nos abrazamos, siempre
nos deseamos cosas buenas… Nunca hizo falta esperar al 31 de diciembre o el
primero de enero para que pasara. Así que con los segundos que faltaban para el
primero y el vino, en un vaso de mermelada vacío, porque no tenía copas, desde
una hermosa terraza, apenas alcancé desear para mí mismo algunas cosas, entre
ellas, seguir teniendo momentos cotidianos valiosos como los que me dejó el
2015…
Y así, me largué con los chicos a una fiesta de
fin de año para los huérfanos de año nuevo… pero me aburrí tanto que empecé a
hacer fotos. También pensé en él todo el tiempo y el brindis con su familia al
que está acostumbrado. Y así regresé al edificio mientras Córdoba clareaba…
sabes que por primera vez este año no celebre el año nuevo como tooooooooooooodo el mundo, en primera por un loquita afán en el que ando metido y que seguro ya habrás intuido y que mi blog denunciará dentro de poco, pero fue más renunciar a los "estupidos propositos de año nuevo", saludos....
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