domingo, 3 de abril de 2022

cuentos de la prensa rosa


Cuentan que Gustavo Cerati y Amy Winehouse murieron por excesos. Sé a qué se refiere la cultura popular cuando habla de excesos, en especial, con todo aquello relacionado a una vida hedonista que se te va de las manos cruzando los límites de una supuesta frontera entre la vida y la muerte, hallando dramáticamente esta última.

Lo cierto es que todos, sin excepción, vamos a morir, nada nuevo estoy diciendo, pero todos estamos obsesionados, más o menos, en vivir más y llegar bien a la vejez, algo absolutamente normal y comprensible como aspiración. ¿Pero qué hay de la gente que simplemente decide vivir y asumir las consecuencias?

Esta gente que decide vivir y asumir las consecuencias puede que pertenezcan a esa tribu de personas a las que probablemente pertenecía Gustavo y Amy. Solo viene a mi mente el recuerdo de un señor diabético con el que compartí sala en el hospital cuando me rompí el húmero. “Dame más café, por favor” le pedía a su hija que se negaba a darle, porque lo tenía contraindicado y se estaba pasando de mimos en dejarle probar una taza. Yo sólo pensaba en que le habían cortado el dedo gordo del pie y, aún así, no renunciaba a ese shot de vida que le daba el café. ¿Valiente? No sé. Pero ese señor había decidido vivir y asumir las consecuencias sin disculpas.

viernes, 1 de abril de 2022

El acto de defender en público a una mujer negra (Caso Jada Pinksket-Smith, Will Smith y Chris Rock)

 


Desde que soy más consciente de la causa antirracista me doy cuenta que una visión túnel de género desde el feminismo (blanco) puede volverse en un sesgo que desestime a otras mujeres desde otros ejes de opresión como el racismo. Hoy más que nunca las situaciones y la realidad misma exigen que si nos dirigimos a cambios culturales y a verdaderas transformaciones, lo hagamos considerando todos los costados desde donde nos paramos a ver. La interseccionalidad es una herramienta que no podemos dejar guardada para después.

No se trata de justificar, a esta altura del camino sabemos que la violencia no es la respuesta a nada como bien deja claro la feminista cubana Yarlenys M. Malfrán en su columna, no podemos equiparar a la violencia que ataca nunca contra la violencia que defiende. Simplemente no hay punto de comparación y ante un ataque violento y misógino en términos simbólicos no podemos exigirles a las personas agredidas una respuesta emocional menos violenta o pacífica, es simplemente deshumanizante pedir compostura y paz cuando no se tratan de tus sentimientos y menos en nombre de una supuesta moral o el código de comportamiento de un evento que pertenece a una industria históricamente racista y misógina por excelencia.