sábado, 9 de diciembre de 2017

Agua viva [Clarice Lispector]




Esta semana terminé de leer la novela “Agua Viva” de la brasileña Clarice Lispector. La Isa Paula, cuando me lo dio, me advirtió que era puro flujo de consciencia y, tácitamente, “difícil” de leer, sin embargo, ha sido el libro con el que más he fluido en el año. Los misterios de las lecturas o tal vez esa curiosidad de estar en la mente de Clarice, del personaje, de quien escribe esa maravillosa carta que no es carta, pero que porta el mensaje que va hacia alguien que no sé quién es. Un destinatario que no se sabe.

Esta novela está clasificada dentro del género “Novela Psicológica” y el relato parte de la perspectiva de una mujer que se encuentra escribiéndole a "un alguien". Que en esa misiva se contempla la vivencia de la palabra, de la escritura, de la pintura… una vivencia de “arte y mujer” como sujetos de la experiencia misma. Va y se pasea de la superficie a lo profundo o lo que sería lo mismo: el cuerpo de esa voz femenina que escribe. 

Hay en esta novela una gran apuesta y una respuesta a una pregunta: ¿Cómo respondemos a la infamia de vivir? Clarice lo dice contundente y lo deja por escrito: “respondo a toda esa infamia con la alegría”. Un mensaje claro y enigmático. Claro para quienes nos sabemos y reconocemos de la tribu de Clarice. Hay un guiño a nosotros en su texto, Clarice nos entrega una estrategia de sobrevivencia, de resistencia: la alegría.

¿Cómo? Yo hilvano una respuesta que no es calculada: el otro día una chica que tengo de contacto en Facebook compartía una cita de Gilles Deleuze: Vivimos en un mundo más bien desagradable, en el que no sólo las personas, sino también los poderes establecidos, tienen interés en comunicarnos afectos tristes. La tristeza, los afectos tristes son todos aquéllos que disminuyen nuestra potencia de obrar. Y los poderes establecidos necesitan de ellos para convertirnos en esclavos. El tirano, el cura, el ladrón de almas necesitan persuadirnos de que la vida es dura y pesada. Los poderes tienen más necesidad de angustiarnos que de reprimirnos, o, como dice Virilio, de administrar y de organizar nuestros pequeños terrores íntimos.” Siendo así, Clarice Lispector nos deja esta sabiduría: la alegría es nuestra venganza, como respuesta e insulto.  

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