martes, 17 de octubre de 2017

La frontera de cristal [Carlos Fuentes]




Yo quería leer esta novela de Carlos Fuentes en las vacaciones del 2014 cuando la compré, pero recién la leí hace unas semanas. Anduvo conmigo todo este tiempo y tuvo la paciencia de esperarme como buen amante o algo así. La Frontera de Cristal es una novela narrada en nueve cuentos, donde sus personajes, a veces, se pasean o se encuentran en los cuentos de otros. Como un largometraje al mejor estilo de Alejandro González Iñárritu.
 
Hay un personaje que Fuentes va utilizar como elipsis: Leonardo Barroso, quien será la sinécdoque del típico político y empresario corrupto latinoamericano. Si bien la novela hace una revisión histórica de lo que ha sido la durísima relación México- Estados Unidos, expone en gran parte a aquel México de principios de los 90´s siendo violentado por los Yanquis con sus Tratados de Libre Comercio (TLC). 

Y sobre la corrupción Fuentes expone en La Pena, uno de mis cuentos favoritos de toda la novela: “En México siempre ha habido gente corrupta, autoritaria y con exceso de poder. Pero todo se les perdona si al menos son serios (¿hay una corrupción seria y otra frívola?). La frivolidad es lo insoportable, lo imperdonable, la burla a todos los jodidos (p36).”
 
La novela además de permitir dimensionar la violencia de Estados Unidos hacia los mexicanos también permite extrapolar esta realidad al resto de Latinoamérica, porque, claramente, ha sido todo un continente, desde el DF hasta la Patagonia quienes nos hemos visto afectados por las políticas invasivas de los Estados Unidos. 

La novela constituye una delicada y profunda observación de Carlos Fuentes hacia los mexicanos donde cualquier latinoamericano puede verse reflejado. El racismo, la violencia, la corrupción, la pobreza, la dignidad, la homosexualidad son algunos de los grandes temas que expone. Revela la complicidad de nuestros políticos corruptos en el saqueo y explotación de los pueblos latinoamericanos. Todo esto a través de las nueve historias de personajes tan humanos y cercanos que dan ganas de llorarlos.

En una conversación por celular del personaje Leonardo Barroso con otro, Fuentes nos arroja una realidad: “En cuestiones de narcotráfico solo hay latinoamericanos culpables, Señor Barroso, mexicanos, colombianos, nunca norteamericanos; ése es el eje del sistema, en los EE UU no puede haber un solo narcobarón como Escobar o Caro Quintero, los culpables son los que ofrecen, no los que piden, en los EEUU no hay jueces corruptos, ése es monopolio de ustedes , aquí no hay pistas de aterrizaje clandestinas, aquí no se lava dinero, Señor Barroso… (p 269)”. 

Y de vez en cuando arroja una que otra denuncia: “… las maquiladoras (que) les permitían a los gringos ensamblar textiles, juguetes, motores, muebles, computadoras y televisores con partes fabricadas en los EE UU, ensambladas en México con trabajo 10 veces menos caro que allá, y devueltas al mercado norteamericano del otro lado de la frontera con el solo pago de un impuesto al valor añadido… (p126)”.

Explora la identidad del migrante, del habitante de la frontera, del chicano, el colonialismo, el oscurísimo e histórico juego de los Estados Unidos con nosotros: jugando a que ellos son inocentes, morales y democráticos y nosotros narcotraficantes, bailarines, consumidores de coca cola. Cuando son ellos los que financian las guerras, las dictaduras y luego venden y compran la paz. [“pobre México, tan lejos de dios y tan cerca de los Estados Unidos”]

Leída en un buen momento, justo cuando también leo noticias acerca de la Nica Act. Y esto huele a historia vieja y repetida. Huele a triste novela. ¿Pero qué puede hacer alguien como yo contra toda la violencia del mundo?  Tal vez, comerme un empalagoso alfajor terrabusi triple torta y dormir(?).

No hay comentarios:

Publicar un comentario