viernes, 13 de octubre de 2017

Día 2




Vine al mundo un año bisiesto, eso explica muchas cosas. Soy Dragón en el horóscopo chino y según los designios mayas “sobrevivir” es mi aprendizaje en esta vida. Como sea, estoy acá. Nací en un caluroso pueblito de León, Nicaragua. De niño recuerdo sentirme incómodo muchas veces, como con mucha timidez para socializar. Recuerdo también que me gustaba ir al patio de mi casa y comer melones. Meter mis manos en los sacos de trigo y dejar que el polvillo me diera picazón haciéndome estornudar. Mi papa trabajaba en el campo, por eso siempre había muchos granos regados en el patio.

De mi infancia solo conservo a un amigo, porque los demás vinieron con la vida de joven adulto. Tener amigos se va haciendo más difícil en la medida en que crecés, sin embargo, cuento con personas favoritas, con las que todavía puedo ser vulnerable sin el miedo a que luego me hagan daño. Mis mejores años empezaron con los 20. A pesar de todo, estos han sido los mejores. La niñez y la adolescencia están ahí, memorables como fase, pero la nostalgia por ellas no existe. No puedo entender a la gente que siente nostalgia por su niñez y adolescencia.

Todos mis estudios los hice en la escuela pública. Me encanta estudiar. Mi mama y mi papa se esforzaron muchísimo para que yo estudiara, para que supiera pararme frente al mundo. Me cuidaron muchísimo, me protegieron. Nunca me pasó nada porque ellos estaban ahí todo el tiempo. Me defendieron. Me amaron. Lo complicado vino después, hasta que solté sus manos y empecé a caminar por mi cuenta.

Un día me enamoré profundamente de un chico. Y él me amaba también. Y nos queríamos muchísimo. Nos mimábamos todo el tiempo. Hablábamos de cosas que nunca le contaré a nadie. Podía pasar un día entero recostado en su brazo, entre su axila y un costado de su pecho mirando el cielo raso. Nunca había experimentado esto del amor. Pero es real y existe. Yo lo probé con él. Y también vino lo inevitable. El fin. Y la pasé mal como todos los que nos hemos quedado colgado de un sentimiento. Un silencio al otro lado del teléfono. El mensaje que no entró más.


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