martes, 3 de junio de 2014

¿Por qué hay que salir del closet?



“El armario es una verdadera estrategia, una verdadera institución de represión, persecución, control, invisibilidad y conminación al silencio: el armario está pensado para borrarnos de la sociedad robándonos la palabra y el acceso a la vida pública”.
 Paco Vidarte

Contestaría la pregunta del título de este artículo de “un plumazo”, pero aun puede ser más sencillo: hay que salir del closet para existir. ¿Pueden los gobiernos democráticos atender demandas de gente que no existe? Es importante entender “el closet” como ese sitio camuflado con el nombre de “vida privada” que bajo ninguna circunstancia debe ser pública, porque en la vida pública estamos privados de vida: Literalmente.

Es importante señalar que Nicaragua  es uno de los países que apenas en el  2008 despenalizó la homosexualidad, desapareciendo su absurdo artículo 204 del código penal que penalizaba la “sodomía” (¿?). En este contexto y bajo estos mecanismos de opresión que han existido, sinceramente, es muy difícil que alguien se atreviera a expresar su sexualidad libremente. Sin embargo, si nuestro país es democrático y está suscrito a tratados internacionales que defienden los derechos humanos, ¿por qué el miedo a salir del closet? A todo esto, ¿cómo se sale del closet sin perder “la decencia” y “el glamur”?. Como sabrán, tengo más preguntas que respuestas; pero si el proceso ha sido lento es porque unos cuantos hacen bulla y otros muchísimos callan y se esconden.

Desde que tengo uso de razón estoy interesado en cuestionar los mecanismos de opresión hacia algunas personas y los privilegios de otras. Cuestionarme a mí mismo principalmente. Sé que despenalizar la homosexualidad o conceder derechos al mundo “lésbico-gay” no acabará con la discriminación. Pero es que si tan solo nos viéramos humanamente, la compleja telaraña de leyes discriminatorias sería fácil de descartar. 

Estar “en el closet” implica darle la razón a quienes siguen creyendo que “no existimos” y, por lo tanto, es imposible respetar derechos de gente cuya existencia ha sido relegada a la clandestinidad: a nuestro cuarto privado y a la disco gay de la zona.  Sin embargo, “salir del closet”  implica reivindicar la existencia misma, nombrarse en la individualidad para reclamar nuestro acceso a la vida pública. Acceder a algo más allá de la “carrosa ridícula” que nuestro sistema opresivo o gobierno nos ha ofrecido como “vida pública”.

A veces la vida fuera de ese closet puede parecer abrumadora: rechazo y discriminación; pero la gran mentira que nos han ofrecido con “el closet” es que se está mejor dentro que afuera. Y, aunque afuera hay mucho discurso lastimero, como el falso respeto que nos ofrecen muchas estructuras sociales como la iglesia, las universidades y el mismo gobierno. Aun podemos encontrar verdadero apoyo, solidaridad y aprendizaje de quienes con su ejemplo nos demuestran que siquiera es posible la vida.

Porque nunca hemos estado dentro del closet. Nunca. Nos metieron ahí, sin percatarnos, mientras crecíamos. 



Fotografía tomada 
del libro "Les invisibles"

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