miércoles, 6 de enero de 2016

Prólogo de historias que empiezan





Quiero empezar describiendo una imagen. Porque las mejores fotos últimamente aparecen cuando no hay nadie con cámara en mano que las haga. Pero suceden. Y siento apuro por registrar esas imágenes inalcanzables, de alguna manera,  por una cámara:

Estamos, él y yo, en un rincón de la terraza. Todo es nuevo para mí en ese momento. La terraza y él. “Año nuevo”. Quizá yo también. Sentados en una esquina con una hermosa vista de Córdoba. Oscuridad y luces a lo lejos… y de cerca. No estamos sentados de cualquier forma. Somos como matrioskas de dos piezas. Él, la pieza grande; me cubre a mí, la pieza pequeña. ¡Wrapped!  Y ahí entre sus brazos, sentado entre sus piernas, no puedo pensar más y me dedico a sentir… aire, vista, respiración, palabras… Todo puede sentirse. Y es único el momento. 

Y con esa imagen se puede inaugurar una historia…  y con estas dos líneas de conversación también:
—Che, ¿no extrañás tu país?—
— ¿Y con esta compañía quién podría extrañar un país?—
Y así con unos ingredientes: una pizca de idealismo heredado por mi madre, una dosis de budismo, un poco de psicología positiva, pasión y muchas ganas se inicia algo. Y con algo inician las historias…


1 comentario:

  1. jajajajajajaja ya sabes que provocan estas tus mini historias en mi verdad...???

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