Buenos Aires vendría a ser la ciudad auténticamente enorme que conozco por primera vez. Cada vez que piso su suelo, recorro sus veredas, abordo el subte y veo los rostros de sus gentes, siento una nostalgia increíble. Una cosquilla en mi pecho inexplicable. Quiero convencerme de que en otra vida, viví o amé ahí. La única explicación que creo posible. Por eso me gusta tanto y amo poder visitarla cada cierto tiempo. También me gusta esa sensación de anonimato que me confiere. Ser único y a la vez ninguno en esa enorme calle 9 de julio. De pie ante el obelisco. Recorriendo en la madrugada sus calles. Boedo. Sus cafés y sus bares.
jueves, 14 de enero de 2016
¡Cómo me gustás, Buenos Aires!
Buenos Aires vendría a ser la ciudad auténticamente enorme que conozco por primera vez. Cada vez que piso su suelo, recorro sus veredas, abordo el subte y veo los rostros de sus gentes, siento una nostalgia increíble. Una cosquilla en mi pecho inexplicable. Quiero convencerme de que en otra vida, viví o amé ahí. La única explicación que creo posible. Por eso me gusta tanto y amo poder visitarla cada cierto tiempo. También me gusta esa sensación de anonimato que me confiere. Ser único y a la vez ninguno en esa enorme calle 9 de julio. De pie ante el obelisco. Recorriendo en la madrugada sus calles. Boedo. Sus cafés y sus bares.
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