Creo que soy de las pocas personas que puede
presumir un amigo que lo ha sido desde la infancia. Y cuando les digo “amigo” entiéndase
en el más significado estricto del término. Conocí a Héctor cuando iba en
tercer grado de primaria y desde entonces hemos sido inseparables. Estudiamos
hasta la secundaria juntos y —hoy—hasta nuestros 25 años hemos compartido
nuestras vidas al hilo de una bonita y duradera amistad.
Héctor, mi
gran amigo, sin duda. Él y yo hemos
compartido tantas cosas y como dos ciclistas contra el viento fuerte del tiempo
seguimos intentando cada día conservar nuestra amistad. Aunque él esté en
Venezuela y yo en Nicaragua sabemos que nos tenemos.
Y estas vacaciones, si bien no duraron para
siempre, todos esos momentos divertidos que pasamos, recorriendo las calles en
bicicleta hasta la madrugada, me sirvieron para reflexionar en lo tuani que es
tener un amigo, lo afortunado que soy y aunque seamos abismalmente diferentes,
la voluntad y el respeto vuelven ese vínculo en algo imperecedero, aunque yo
sea el hombre más clavado con la idea de “nada es para siempre”, pero bueno, es
lo que hay.
gracias cary te kiero mucho en verdad es especial esto q publicaste te mando muchos besos y abrazos y recuerda q eres mi hermanito bello jejeje .........
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