Y no me deja dormir. Es necio. Cuando estoy a
punto de entregarme a Morfeo, llega y me levanta pidiéndome que vaya a la
computadora, que vaya a terminar de leer el capítulo del libro, que me ponga a
pensar. Este conejo me ha acompañado desde hace rato y he intentado
abandonarlo, pero insiste. Es lindo y afelpado.En mi jardín es como un copo de nieve en el trópico. He aprendido a
aceptarlo y creo que se quedará conmigo hasta que una bala atraviese mi ceño,
una soga abrace mi cuello o una lluvia de pastillas me deje soñando
eternamente.
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