Otra vez, la
realidad nos exige reflexionar en las normas absurdas de género, en esos
ideales construidos socialmente de los “comportamientos adecuados” para hombres
y mujeres. Es más que necesario socavar y poner en tela de juicio todo ese
sistema de enseñanza tradicional del que hemos sido herederos.
Esperamos
recetas políticas para la “equidad de género”, mientras como sociedad dejamos
que hombres “célibes” llamados sacerdotes decidan sobre asuntos como el aborto
terapéutico que, a mi juicio, sólo deberían decidir las mujeres. Y qué decir de
la ineptitud de un sistema de justicia que ni siquiera hace justicia y el largo
etcétera de situaciones a las que la condición de pertenecer a un género nos
someten.
Quejarse no
sirve de nada, reflexionar sí. La
educación más importante la recibimos en la familia y si tenemos familias donde
se les inculca a las niñas un equívoco como, por ejemplo: “una mujer se debe casar
para toda la vida”, o que, por orden “divina”, ha de obedecer y serle fiel a su
esposo… Es realmente enorme la lista de mandatos “para ser felices”. Las
rígidas diferencias y desequilibrios siguen dejando secuelas.
Creo que mi
generación debe replantearse conceptos como el “amor”, lo que es una relación
en pareja, qué es la familia, lo que significa ser hombre en nuestra sociedad,
entre otros. No hablo solamente de una emancipación intelectual femenina o
masculina (aunque no estaría mal). Me refiero a democratizar esa libertad que
da la información, deconstruir esos arquetipos morales que causan tanto daño.
Los programas
de desarrollo siempre le han apostado por empoderar a las mujeres; sin embargo,
creo que está más que demostrado que se necesita trabajar con ellos. El final de la violencia intrafamiliar
y el femicidio podría estar en el trabajo directo con los hombres. Creo que
siempre llega el día en que se rompe la cadena y ese día podría ser hoy.
Nicaragua es valiente y fuerte. Podemos lograr la libertad para todos, aunque
suene a fantasía de chavalo veinteañero.
Cuando en la Biblia se menciona el que la mujer obedesca a su espeso, también dicen a los esposo que amen a sus esposas y ese "AMEN" a sus aesposas no es una palabra en nada escueta, el amar es una palabra que encierra muchas cosas y el hecho de que un cabron de mierda no respete ni ame a su mujer no merece de esta ni amor ni respeto alguno.
ResponderEliminarAl problema que planteas hay que agregarle algo, que yo también creo, el machismo existe en gran parte a las mujeres, ¿Por qué ciertas madres permiten que sus hijos pequeños las traten como sirvientas?.
Mi mamá me enseño desde pequeño a arreglar mi ropa y cuidar de ella, a limpira la casa y muchas cosas más, pienso que si ella se hubiera comportado desde siemnpre como mi empleada personal hoy para mí no sería más que eso, por el contrario es una mujer admirable víctima también del machismo, pero que con su fé y amor a sus hijos supo encontrar las fuerzas para salir adelante, hoy es uno de los seres humanos más fuertes que conozco.
Muy interesante tu punto Aldo. No tengo nada que contradecirte. Solamente que hay un abuso a conveniencia de los dogmas, de ahi que muchísimos utilicen el "truco de la fe" para hacer de las suyas. Aunque la inequidad de género trasciende los muros de una religión...
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