De la universidad,“hacia no sé dónde”

"ESPERANDO" by Waldir Ruiz

Confieso que terminar la universidad puede ser un sueño o una pesadilla. Para mí, pues estrictamente un sueño no ha sido, pero tampoco una surrealista pesadilla. Quienes pasaron esta etapa saben de lo que les hablo. Bueno, es que el asunto no es tan fácil, supongo que toda transición conlleva dolor, miedo, ansiedad, entre otras cosas. Cuando terminé la secundaria fue parecido: recuerdo que tenía 17 años y un rostro que, todavía, guardaba sobras de mi inocencia. En aquel entonces era el miedo a dejar a mis amigos, “cortar el cordón umbilical” definitivamente con mi madre, miedo de la ciudad, pensar en lo que deseaba estudiar etc. Sin embargo, terminar la universidad es otro rollo.

He de admitir que coronar una carrera universitaria en mi paisito podría verse como un privilegio si se conoce que miles de estudiantes que salen de la secundaria no logran ingresar a una universidad. O si se quiere, nada más investiguen cuántos niños se quedan sin ir a la escuela cada año en Nicaragua y se darán cuenta del privilegio que puede significar.

Deben de creer que estoy en la búsqueda interminable del trabajo ideal, no se equivocan, pero la presión me la he puesto yo solito. No culpo a nadie, ni siquiera al presidente. De las tres modalidades para obtener el título de Lic. en Filología y Comunicación tuve que elegir la de monografía (ash!). Una investigación tremenda que me ha demandado conocer de un tema que me encanta (género), pero que requiere mucho dominio teórico… La empecé a mediados del año pasado y a la fecha todavía siento que inicio.

Ahora, sumando los dos elementos de la ecuación tenemos: una monografía que no me permite trabajar, porque si trabajo no la termino y, si no la termino, no obtengo el tan preciado “título” (sin tomar en cuenta que trabajo remunerado no sobra en este país y si me descuido me vuelvo “NiNi”). “Menudo trabajo al que te has metido, pero, vamos chavín, cálmate” me dijo, Rubén, ayer.

Mi cuerpo ha empezado a volverse loco y mis cachetes ya se parecen al cielo estrellado de enero. El acné me ha agravado el estrés o el estrés me ha agravado el acné, no sé quien jodió a quién, pero ambos me volverán loco. El panoxyl, el Retín-A y otra gama de químicos prometen ayudarme, pero como mosca en vaso de agua pataleo para que no me ahogue la situación…

Ya leen qué difícil es la vida de un chavalo que termina la universidad, peor si no tiene el “privilegio” de pertenecer a la Red de jóvenes Comunicadores de la Juventud sandinista: ¡Qué lío!