miércoles, 11 de enero de 2012

Los circos de pueblo


Fotografía tomada de paperblog, parte de la campaña "Circos sin animales"

Nunca olvidaré cómo murió y revivió “la muñeca”, una perra  Setter Gordon de mi tía Cande. El circo me trae buenos recuerdos de mi infancia y adolescencia temprana. Yo, en ese entonces, pasaba las vacaciones de fin de año con mi tía en un pueblo de León, Nicaragua.  Era la casa 42 de una pequeña colonia, cerca de ésta había un terreno baldío donde se alojaba el circo que solía llegar durante diciembre.

Mi primo Dennis y yo estábamos emocionados. Iríamos a todas las funciones del circo “Los Teletubies”, como se hacían llamar. A veces, durante la mañana y la tarde, nos paseábamos en nuestras bicicletas alrededor del circo viendo las jaulas: una pareja de leones, un tigre, cuatro monos arañas y una pareja de cebras, es lo que recuerdo. Ver tantos animales no comunes ni afines entre sí me permitía imaginar los rostros tristes de ellos en la historia del arca de Noé que me contaban los domingos en la iglesia.

Durante la estancia del circo en el pueblo, mi tía y algunos vecinos, amarraban a sus perros, pues se rumoraba que los dueños del circo se los robaban para dárselos de comer a los leones. Fue un día de diciembre, lo recuerdo, cuando mi tía dijo que iría a Managua y volvería en la tarde. Dennis y yo nos quedamos en casa con mi tío. Después del almuerzo mi tío se durmió. Dennis y yo veíamos televisión, “la muñeca” ladraba, ladraba y ladraba en el patio porque estaba acostumbrada a andar libre. 

Se me ocurrió soltarla para que dejara de ladrar mientras veíamos unas caricaturas en el Canal 4. Luego anduvimos paseando en bicicleta. Al cabo  de un rato, fuimos rápido hacia el circo porque oímos gran bulla entre los animales. Mientras pedaleaba hacia el sitio recordé que había dejado suelta a “la muñeca”, recordé los rumores, recordé la orden de mi tía de no soltarla ni dejarla salir de la casa, recordé su cariño desmedido por “la muñeca”…
 
Dennis y yo llegamos al circo, dejamos las bicicletas a un lado y nos quedamos de pie observando, por una rendija en la carpa, cómo uno de los leones destrozaba entre sus fauces a “la muñeca”, su pelaje negro y café estaba teñido de rojo. Ni se movía, ni ladraba, era casi carroña… Estábamos estupefactos. 

Mi tía lloró a “la muñeca” tanto como si se hubiese muerto uno de sus hijos. Mi conciencia no tuvo paz hasta el siguiente año, cuando el circo regresó y Dennis y yo asistimos, a escondidas de mi tía Cande, a la primera función de la temporada: estábamos sentados en el tercer compartimiento de las gradas, cómodos, cuando se encendieron las luces y “la muñeca” abrió el show con un mono araña en su lomo… era ella, la Setter Gordon de mi tía. Dennis, entre el bullicio de los aplausos, la llamó por su nombre: ¡Muñeca! ¡Muñeca!.. tututú…   como solían llamarla. Bajamos y salimos corriendo. “La muñeca” nos siguió, no nos detuvo nadie. “La muñeca revivió” decíamos con asombro y alegría…

Video de la campaña "Animanaturalis" por un "Circo Sin Animales"

5 comentarios:

  1. Excelenta bravo...¡, tienes lo que se necesita, los relatos cortos se te dan muy bien.
    Lo lei y facilmente me introduje en la historia, quisas la emoción necesitaba más desarrollo pero lo das lo justo para que nuestro corazón lata de nuevo con el surgimiento de "La Muñeca" con el monito en la espalda...
    BRAVO...¡

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  2. Increíble anécdota. Yo también recordaba cosas asombrosas que me ocurrieron en la niñez, pero ya solo parecen manchas de algo vago y lejano en mi cerebro. Haré un esfuerzo a ver si consigo recordarlas.

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  3. Ni que estuvieras tan viejo Daniel...Ja...

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    1. No es que sea viejo, es que tengo pésima memoria!

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    2. Ja...te entiendo!!!!... yo si no me acuerdo me lo invento... :) jaja

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