DONDE QUEDARON_by_Waldir Ruiz |
Cuando tenía 17 años solía frecuentar a un chileno de unos 20 años entre un bloque de clase y otro cuando estudiaba en León. Recuerdo que era para los primeros días de clase y conversábamos casi diario en el parque central mientras me invitaba a un raspado. Le gustaba preguntarme cómo le hacía yo para divertirme “cuando era chico”, entonces, le contaba que jugaba fútbol con los chavalos del barrio, los de la cuadra o los de la esquina… y los zapatos de un miembro—el mal jugador-- del equipo perdedor quedaban colgados en el tendido eléctrico…
Él me decía que cosas similares hacía en su patria “cuando era chico”, pero que, a veces, los chicos de su barrio tiraban los zapatos por puro gusto al alambrado eléctrico. Una anécdota que recuerdo es cuando me contó sobre la mudanza de su familia desde una zona rural de Chile, que no recuerdo el nombre, hacia una habitación en la Av. Apoquindo en Ciudad Santiago. (Lo que más me gustaba de hablar con él era oírle su acento y esa manera fluida de combinar la forma de tratamiento vos pronominal con la desinencia verbal del vosotros).Todas sus historias eran sobre el cambio y diferencia entre sus dos ciudades. Andaba en León por un mes y por razones “estrictamente laborales”.
“Y ahí (en Santiago) uno está tranquilo en su cuarto, pero te asomái a la ventana y te dai cuenta que a la vecina le tiritan las hormonas, ahí te tirái sobre la cama y no sabís si echarte una paja o pegarte una ducha” me decía el Chileno que, por cierto, se llama Tomás.
Entonces, cuando llegaba mi turno de contar algo yo iniciaba “los chavalos del barrio…” y él me asaltaba la palabra (frunciendo el seño): ¿Los chavalos del barrio?, Y yo: ¿los chavalos del barrio? Son los chavalos del barrio… mientras nos reíamos porque a él siempre se le olvidaba a quienes me refería.
A la sazón, recuerdo que me contó que a su vecina finalmente “se la planchó” y le gustó su “raja” y que también le gustaban “las gorditas con mini del centro”. Cada vez que nos encontrábamos me decía “no cacho por qué la gente se amarga”. Las gringas “siempre pican” me decía haciéndose el galán y de mí le gustaba mi cara de “lolo estudioso”. Tomás “a la pinta se la pasaba todo güendy conmigo”, las mujeres le gustaban con buenas “gomas” y cuando se bajaba de la “cuca” que pasaba por el Parque de los poetas siempre me decía: “sigue el luto compadre” (nunca entendí por qué…jeje).
Del último párrafo solo entendí el 20% o algo así. Demasiados regionalismos para mi pobre vocabulario.
ResponderEliminarInteresante anécdota, saludos.
Y vocabulario Chileno mi estimado Virginio...jejeje
ResponderEliminarValla que gusto encontrar a virginio por aca, divertido conversar con los de la patagonia...
ResponderEliminarbasuradas incoherentes.........
ResponderEliminarYo siempre me preguntaba, porqué cuelgan zapatos viejos en el alambrado??? ya encontré una nueva explicación jejejeje interesante. Hooker
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