El último hombre

"INFINITO" by Waldir Ruiz

Recuerdo la primera vez que me vieron, fue el momento más terrible para mí. Se asustaban de mi aspecto y de mis ideas, de mi manera de ver la vida y de mi concepción de ser feliz. Llegó un momento en que ya no pude seguir soportando ser el “hazme reír de los demás” y ahí fue cuando se me ocurrió esconderme. Permanecer escondido ha resultado cómodo, pero hay días en que me invaden las vehementes ganas de mi naturaleza de Ser libre y me reprimo, me sofoco y lloro hasta que no salga ni una sola lágrima más, me siento desdichado e inútil. Hoy más que ningún otro día he sentido el deseo inexplicable de salir y dejar de ver la vida de otros por la rendija de este escondite. Tengo ganas de construir mi historia. 

Yo tengo la piel escamosa como un pez, en un tono amarillento y horrible, mis ojos son enormes y no los puedo cerrar porque no tengo párpados. Soy alto y de prominente masa corporal. No tengo uñas ni cabello que cubra mis sienes. Mis labios son de un rojo sangre que causa repulsión, en suma: soy un monstruo.


Desde la rendija donde observo al exterior veo a transeúntes de todos tipos, pero me ha llamado la atención una hermosa joven de facciones de muñeca importada, cabello rubio y ojos color de la imagen del cielo que vaga en mis recuerdos de Ser libre. Sé que sólo puedo admirarla, pero ya llevo varios días viéndola pasar. A veces,  se pierde y no la veo hasta dentro de quince días, aunque lo bueno es que regresa. Hoy me entristecí al verla con un joven muy gallardo, de alguna manera comprendo que uno se encariña con lo que ve a menudo. Por la proximidad de sus cuerpos supuse que era su novio.  La vida de un monstruo como yo es tan aburrida porque las únicas experiencias que tengo para contar son las que veo por esta rendija y las que imagina mi loca cabeza, siendo las primeras mejores que las segundas.