La ética ilegal

Hablar de ética (por sí sola) me estresa. Hablar de ética electoral y ética de los medios de comunicación, sinceramente, supone una tarea que realizaré como obligación. Me parece, a pesar de todo, que desde mi lugar como profesional de la comunicación, joven, ciudadano de Nicaragua y demás, pueda con toda libertad y expectativa escribir  lo que pienso de la ética del poder electoral y la intervención de los medios de comunicación en todo este proceso.

Hace unas semanas leía un artículo del intelectual Alejandro Serrano Caldera, donde discurría en el tema de la libertad y distinguía entre la libertad que goza el poder y la ciudadanía. En este ámbito señalaba que lo esencial “es el control del poder como medio indispensable para garantizar la libertad de la persona y del ciudadano”. Por esta razón, decía, el principio de legalidad y legitimidad que se aplica al poder es más estricto que aquel que se aplica al ciudadano, pues mientras este último puede hacer lo que no le está prohibido, el poder sólo puede hacer lo que le está autorizado por la constitución y las leyes.

Basado en esa idea me atrevo animadamente a escribir sobre ética electoral y medios de comunicación, partiendo de que como ciudadano Nicaragüense tengo el derecho de hacerlo sin que se me juzguen mis comportamientos éticos personales, pues como ya mencionaba  Serrano Caldera,  hay diferencia en el control de la libertad del poder y del ciudadano.

Aterrizando un poco más en el  contexto actual de Nicaragua respecto a las futuras elecciones presidenciales tenemos: la (re-elección a)  candidatura del actual presidente Daniel Ortega,  la aparición pública como candidato del ex presidente (culpable de actos de corrupción) Arnoldo Alemán y la candidatura  de, una connotada figura de los medios radiales y de la elite del país,  Fabio Gadea Mantilla.

Para empezar, esas son las propuestas que Nicaragua tiene para futuros gobernantes; sin embargo, la contienda electoral no ha empezado “en paz”, pues desde que se conoció la candidatura de Ortega, los medios de comunicación, en especial, la prensa escrita nacional se ha encargado de poner en boga lo que ellos llaman una violación a la constitución, valores y principios éticos, al Estado de Derecho, la legitimidad, la democracia y, en general, la libertad de los ciudadanos.

Hay una frase, que una vez leí,  del poeta inglés William Blake, que me viene a la mente cuando medito en el papel de los medios de comunicación: “Una verdad mal intencionada puede hacer más daño que una mentira”, aunque estrictamente no sea el caso, considero que evidentemente los medios de comunicación han intentado de distintas maneras exponer la supuesta “ilegalidad” de la candidatura del presidente Daniel Ortega. Entonces, disfrazados de defensores de la ciudadanía, arraigados de una aparente ética Kantiana, los medios de comunicación (sus dueños, dirigentes, accionistas) actúan “denunciando” “sacando a luz la verdad”, esa verdad que sólo ellos saben ocultar y develar oportunamente. Una verdad que parece más un punto de vista, que mera verdad.

El resultado de dicha controversia fue que el artículo 147 de la Constitución que prohíbe la candidatura del presidente está en antinomia con el principio de igualdad  que el artículo constitucional 27, establece; según lo publicó La Prensa el 13 de marzo del presente año, en un reportaje titulado “El candidato ilegal” en el suplemento Domingo.

En este sentido,  me vienen las preguntas inevitables ¿en la más alta ley del país  hay contradicción?, en caso de ser cierto, ¿es ética la candidatura de Ortega? Yo pienso que—quizás-- no lo es, si se piensa en las ventajas que lleva sobre los demás candidatos, por el  hecho de estar en el poder y la posible utilización de recursos del estado para su candidatura. O si se piensa en la libertad o en democracia.

Sin embargo, pienso que es sorprendente y poco ética la candidatura de Arnoldo Alemán después de que públicamente se conocieran los actos de corrupción durante su presidencia. Estoy muy desconfiado de la promesa retrógrada, eterna y aburrida de Fabio Gadea, se me hace parecida a la de los novios que juran amarse “hasta que la muerte los separe”.  O sea, prometer que es igual a mentir debería ser ilegal, porque anti ético ya es.

Ahora, tanto Arnoldo Alemán como Fabio Gadea son candidatos “legales”, pues sus candidaturas no entran en conflicto con ningún artículo de la constitución, pero ¿es ético que alguien mienta (prometa) para alcanzar tan codiciado poder? ¿Se le puede creer a alguien que se encontró culpable de actos de corrupción? ¿Todo lo legal es ético?

Definitivamente, no todo lo legal  es ético, pues muy legal será la candidatura de Alemán y Gadea, puesto que no violan la Constitución, pero ¿todos estamos seguros que son personas de inquebrantables principios éticos?

Con lo mencionado, no creo posible la existencia de una ética electoral y mediática que garantice el Estado de Derecho, la democracia y la Libertad.

 Más información sobre ética