viernes, 14 de octubre de 2011

El Poeta de poca fe que echó las redes al mar


Monumento a Rubén Darío. Managua, Nicaragua


Muchos detractores de Darío lo han señalado de ateo, anticristiano y de hacer una literatura amoral; sin embargo, en los cuentos que aquí se comentan se encontró como base de su relato el intertexto bíblico en dos de sus historias (“La pesca” y “La muerte de Salomé”) y en los otros dos cuentos (“El árbol del Rey David” y “La resurrección de la rosa”) Rubén alude magistralmente e involucra como personaje de sus cuentos a monarcas bíblicos como David o al mismo Jehová, deconstruyendo o dejando atrás el tradicional relato bíblico, resaltando el carácter humano y espiritual de los personajes.
En el cuento “La muerte de Salomé”, se encuentra el sentir religioso de Darío, pues partiendo del relato que la Biblia  hace de Salomé y cómo ella fue partícipe indirecta de la muerte de Juan el Bautista; Darío,  explica mediante este cuento que quien no se arrepiente de los malos actos que se hace en la tierra, es seguro que no le espere una vida o una muerte tranquila, mucho menos: “el cielo”. En este cuento Darío nos muestra la faceta de un Dios que venga el asesinato de los justos. Salomé pidió la cabeza del profeta Juan y Dios le envía a ella la muerte cruel como paga de su pecado.
“Entonces fue cuando el monarca, en premio de su triunfo y a su ruego, concedió la cabeza de Juan el Bautista. Y Jehová soltó el relámpago de su cólera divina” (“La muerte de Salomé”).
En “El árbol del rey David”, Darío utiliza la imagen de este monarca bíblico para representar en él la cara de Dios. Es el regreso de Dios que trae en sus manos la esperanza de su pueblo (el árbol lo simboliza). Darío parte de la historia de este rey para exponer el linaje de Jesús. Este cuento se contrapone a “La muerte de Salomé” en que este último muestra a personajes malditos y malignos, y en el primero, la genealogía bendita de Jesús.
Por otra parte, en el cuento “La pesca” aborda la temática de la fe en un ser superior. Se apoya en el relato bíblico del Apóstol Pedro “el pescador de hombres”, sin embargo,  éste no es el protagonista, si no el poeta, que como artista navega en el mar de la vida sufriendo doblemente las tempestades y buscando sin encontrar la plenitud o la felicidad que anhela.
En este cuento se aprecia la creencia en Jesús, que con su infinito amor llega al rescate del alma sin fe y sin esperanza. Darío exalta el valor que tiene la fe para los seres humanos, como motor que impulsa la vida, pues hace ver que cada situación de la vida es un paso de fe. Es el poder de creer en sí mismo, basado en la creencia de un ser que nos ama. Este cuento expone su situación como poeta y artista ante la vida. “…poeta de poca fe—me dijo—echa las redes al mar.”
En el caso del cuento “La resurrección de la rosa” es la fe milagrosa, Darío utiliza la rosa como el símbolo del amor que nace en el pecho del hombre, el símbolo del alma, de los sentimientos que mueren. Jesús o Dios como hacedor de la vida escucha la voz de los que sufren y responde milagrosamente a sus súplicas. La rosa (el amor) renace, revive o resucita desde su pecho y nace una esperanza. Es el Dios que llega y se muestra en un acto de vida y compasión por quien pide un milagro.
En conclusión, estos cuatro cuentos tienen en común el sustrato cristiano y bíblico, pero en cada uno de ellos se aprecia una situación distinta en la que actúa ese ser superior en justicia, redención, milagro o hacedor de vida. La originalidad, subjetividad y ficción que Rubén Darío le imprime hace de cada historia una nueva, con nuevos matices que develan a un Darío creyente, espiritual y liberado de cualquier dogma religioso.
 Darío nos muestra al Jesús que es superior a cualquier religión de la tierra. La búsqueda infinita del hombre: encontrarse con su creador. La fe que hace echar las redes al agua, aunque todos digan que no hay peces.

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