jueves, 3 de marzo de 2016

Algunas reflexiones sobre las apps de ligue gay


“Un cyborg es un organismo cibernético, un híbrido de máquina y organismo,
una criatura de realidad social y también de ficción”,  a partir de esta definición contundente de Donna Haraway, he decidido esbozar un par de reflexiones sobre lo que sería la polis tecnológica de las aplicaciones para que chicos tengan citas, charlas y, sobretodo, sexo entre chicos. No hablo de personas, hablo de cyborgs, están advertidos.

Nunca había dependido de la tecnología para tener aproximaciones del *tercer tipo con un chico (*sexo). Nunca. Ni siquiera cuando estaba “en el armario”.  Y no es que ahora dependa absolutamente, pero estoy atravesado, lo quiera o no, por la tecnología. Por otra parte, es una realidad también que si los heterosexuales encuentran pareja a una cuadra, las personas homosexuales a cuatro cuadras. De ahí el éxito de estas aplicaciones en la comunidad LGBT.

 Me descargué grindr cuando fui a El Salvador en el 2014 por recomendaciones de un amigo guatemalteco, pero para aquel tiempo yo estaba de novio, entonces, solo lo hice por pura curiosidad antropológica. No entendía muy bien cómo funcionaba la aplicación y me aburría muchísimo.

Y no solo me aburría, me enojaba, me indignaba y terminaba desinstalándola porque estos cyborgs, en esta polis de hombres-máquina, aparte de que la mayoría no daba la cara, solo el torso, llevaban muchas cosas de la realidad social cotidiana, de la que estoy harto, a esa otra realidad tecnológica; por ejemplo, abundantes descripciones del tipo: “No gordos, no asiáticos, no afeminados” “Abstenerse gordos” “Solo masculinos”. Y así un largo etcétera de discriminaciones basadas en el gusto personal. Entonces reflexiono: ¿gusto o racismo?, ¿gusto o machismo? ¿Quién traza esa línea que marca la diferencia? ¿Existe realmente tal diferencia?

He tenido experiencias positivas y muy bonitas con la app, y otras no tan bonitas; sin embargo, dándole un poco de crédito a la utopía de Donna Haraway coincidiría que “el sexo del cybor restaura algo del hermoso barroquismo reproductor de los helechos e invertebrados (magníficos profilácticos orgánicos contra la heterosexualidad).” Y me suscribo a la idea de que el cyborg es una ficción que abarca nuestra realidad social y corporal generando acoplamientos fructíferos. Pero lo dejaría ahí: Utopía y posibilidad.

¿Por qué? Porque me es posible notar que en esta polis tecnológica del universo gay, en esta realidad-ficción que podemos construir a nuestro antojo lejos de la opresión, la seguimos llenando del mismo machismo de mierda de nuestra realidad social. Nos reconfiguramos, nos ficcionalizamos, pero desde los mismos cimientos. La misma basura sexista, racista y machista de siempre. ¿Cómo tener un approach con alguien que de entrada dice: No esto, no lo otro? Por suerte, no todos son así. Y unos cuantos cyborgs están haciendo la diferencia, tanto así, que me enamoré de uno. 

*Ilustración by Benjamín/ We´re magazine.

3 comentarios:

  1. Excelente reflexion te felicito..... mueres si te encuentras un dia que la primera pregunta sea sobre un libro o una pelicula... alguien que busque mas que sexo modos o tamaños.

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