Quedarse atrapado en un ascensor puede ayudar a
generar interesantes reflexiones o a observar cómo es el comportamiento de las
personas ante una posible catástrofe. Me ha pasado ya dos veces y esta última
vez fue porque excedimos la capacidad del mismo. Vean nada más lo que genera la
impaciencia.
Yo, nunca pensé en que podía morir. Nunca pensé en
que estaba encerrado. Nunca pensé en el calor ni en cosas como el oxígeno o el
dióxido de carbono. Yo pensaba en si ya habían llegado los demás chicos a la terraza.
Yo pensaba en que la cerveza se iba poner caliente, entonces, empezamos a
tomarla. Yo pensé que solo una puerta nos separaba de la “libertad”.
Empezaba a aburrirme y propuse jugar algo. Creo
que el hecho de estar acompañado en algo así hizo que nunca sintiera miedo. Qué
manera de reflexionar y problematizar la soledad, ¿no creen? Risas
nerviosas. Tres de las chicas más uno de los chicos empezaban a ponerse mal. Un
poquito de desesperación y otras muchas risas nerviosas.
Y mi
tranquilidad siempre vino de la seguridad de que alguien, del otro lado,
estaría buscándonos, estaría haciendo (todo) por sacarnos… Y en la
vida, ¿será que hay alguien buscándome, haciéndolo todo por sacarme? ¿Habrá alguien
que ansía verme, del otro lado de la puerta, donde está la libertad, para abrazarme?
¡Stop thinking and
make a selfie ...!
*Aconteció
en el cumple de la Flor.
Me encanta el último párrafo de reflexión...
ResponderEliminarsiempre he disfruto tus anécdotas, te imaginas quedarte atrapado con alguien que apenas conoces, en eso pensé cuando estaba viendo NEW YEAR donde aparece una circunstancia similar.
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