A la memoria de Francisco Ruiz Udiel
¿Qué es un artista? Definir a un artista sería reducirlo a simples palabras y; aún, alguien que domina el arte de la palabra no lograría describirlo, menos si ese artista se llama Francisco de Goya. Sin embargo, puedo decir que un artista no es un alma perfecta, ni el ser humano con las medidas exactas, ni el hombre o mujer más rico, no. Un alma y un cuerpo imperfecto, pero especial, unas manos y una mente capaz de crear un mundo, una obra superior al hombre mismo: eso es, a mi juicio, un artista como Goya.
“...el arte no viste pantalones, ni habla burgués, ni pone puntos en todas las íes! El es augusto, tiene mantos de oro, o de llamas, o anda desnudo, y amasa la greda con fiebre, y pinta con luz, y es opulento, y da golpes de ala como las águilas, o zarpazos como los leones....entre un Apolo y un ganso, preferid el Apolo, aunque el uno sea de tierra cocida y el otro de marfil” (Rubén Darío, “El Rey Burgués”)
Si decidiéramos escoger a cuatro artistas de todos los tiempos, y escudriñar sus vidas nos encontraríamos con el hallazgo de que el esplendor de sus obras brilla por encima de cualquier imperfección humana que hayan tenido sus vidas. Pero, ¿cuál ha sido la situación de estos artistas?
El artista ha sido tratado desde antaño como objeto efímero de adorno, como cualquier decorador o como creador de entretenimiento vacío. Y cuando se logra (tardíamente) reconocer el verdadero valor de la obra de un artista, éste-quizá- ha muerto, o lo hacen de manera egoísta para exaltar, con él y su obra, su respectiva nacionalidad. Bien los españoles dirán ahora orgullosamente los nombres de sus escritores y pintores, entre ellos Goya. O nosotros los nicaragüenses ostentaremos ser de la tierra del Príncipe de las Letras Castellanas; o en el peor de los casos se declara a los artistas símbolos de partidos políticos o los utilizan como instrumento ideológico para atraer masas.
En la película “Los fantasmas de Goya”, del director Milos Forman se aprecian pasajes de la vida de este genial pintor, en los que se considera la difícil vida de este artista, donde su valioso arte era mercancía, adorno de palacios, por la simple necesidad de querer llevar pan a su boca, por poseer el talante de crear auténticas obras de arte, por retratar a reyes caprichosos con todo su derroche y despliego.
La vida de Francisco de Goya es el ejemplo histórico de la opresión a la que son sometidos los artistas, donde la voz humana no alcanza gritar a los vientos las injusticias, sin embargo, su arte simbólicamente denuncia los entramados sociales perjudiciales en los que vive, donde hay quienes se condenan al exilio o seden ante la petición de autoridades, presidentes, reyes etc.
En 1789, Goya fue nombrado pintor de cámara por Carlos IV, y en 1799 ascendió a primer pintor de cámara, esta decisión lo convirtió en el pintor oficial del palacio. Por tal razón, el museo de prado heredó gran parte de sus obras, sobre todo, los retratos y sus cuadros históricos.
Lo positivo de que fuera un pintor de la corte es que su producción artística en gran parte se conservó. Pero desde otro punto de vista, Goya fue uno de los artistas, que como muchos otros, se vio en la necesidad de prostituir su arte; cabe aclarar que esto no suma ni resta mérito a la labor artística de él, sin embargo, este valioso dato de su vida nos revela que estuvo bajo la opresión de reyes que lo más seguro es que-quizá- tuvieran una visión superficial de lo que era su arte.
“.....pieza de música por pedazo de pan. Nada de jerigonzas, ni ideales...”
(“El Rey Burgués” Rubén Darío)
El pintor español se ve en este periodo de su vida obligado, prácticamente, a vender su arte a las excentricidades de la corte, a trabajar para ellos y a ganarse el pan de cada día a pinceladas. La película ilustra magistralmente esta etapa, logrando que observemos a un Francisco de Goya necesitado, un tanto indefenso por su sordera, con el único “privilegio” que servir al rey y a la reyna, pero cuando necesitaba un favor de la corona no era escuchado. De tal manera vemos cómo era tratado. Su lugar estaba en un taller, casi bodega, donde realizaba sus creaciones.
La vida de Goya se vio marcada por el oscurantismo de la época dirigido por el ya símbolo de las cadenas ideológicas: La iglesia católica, que con su manera de imponer patrones de conducta juzgaban y causaban mella en la vida del artista, asimismo, las guerras por el poder y toda esa atmósfera de tensión. Esto es notorio en los cuadros históricos de Goya, que contienen toda una denuncia social a la crueldad humana, que trasciende la representación patriótica o heroica condensada de manera pictórica y con toda la elegancia y belleza que lo caracterizaba.
Por otra parte, en el filme se nos detalla el caso ficticio de la joven musa que viviría eternamente en la mente del pintor cuyo amor nunca fue declarado y que las mismas circunstancias los separaron. En esta parte de la trama vemos cómo el artista sufre por la impotencia de no poder ayudar a alguien que lo necesita.
Para concluir, alegaría que los artistas no han tenido el lugar que realmente se merecen en nuestra sociedad, por el contrario, son señalados de ridículos y utilizados cuando es necesario, por intereses políticos o económicos, o simplemente se sirven de su talento. Así lo evidenciamos en el caso de Goya.
Con Francisco de Goya también compruebo que solamente en las sociedades donde el artista es tenido en estima y en las que su nombre va unido a la obra que se produce, independientemente de las razones, puede desarrollarse una verdadera apreciación del arte, sin embargo las condiciones y el trato que se les da a los artistas en distintas sociedades ha sido relativo; pues existen sociedades con cuya historia estamos íntimamente familiarizados donde a los artistas se les ultraja o no se dan a conocer sus obras.
“Y cuando cayó la nieve se olvidaron de él, el rey y sus vasallos; a los pájaros se les abrigó, y a él se le dejó al aire glacial que le mordía las carnes y le azotaba el rostro.” (Rubén Darío “El Rey Burgués”)
Con el pasar del tiempo, Goya, naturalmente, se fue deteriorando, murió y desde 1828 a 1899, es decir setenta y un años, sus restos permanecieron en el cementerio del Chartreuse de Burdeos, en una cripta en ruinas sin que nadie se preocupara por ellos. Aunque después de este tiempo los restos fueron trasladados a su patria: España.
Es esta la situación de todos los artistas, el mérito se lo rinden, en su mayoría, hasta que mueren. Ya tarde. Ya para nada.
“Cuánto calienta el alma una frase, un apretón de manos a tiempo” (Rubén Darío, “El Rey Burgués”)