[+Palabras desde ningún lugar 0:37 AM +]

"TRES LUCES" by Waldir Ruiz

Los días en que uno finaliza “metas”, cumplimos años o, básicamente, se cierra el ciclo de algo, vienen a nuestra mente como película en sepia hasta el más fútil  de los “recuerdos”, de lo que hemos hecho, de lo que hemos “olvidado”. Hoy me vinieron, por ejemplo, estas palabras desde “no sé qué lugar”.
  

 Recordé, otra vez, a William. Desde que lo conocí, hace 4 años, mi vida se fragmentó en tres etapas: Una corta, donde una vez que lo vi quise conocerlo. Otra medianamente corta (la más happy de todas), donde una vez que lo conocí “quisimos conocernos más… y más y más”. Y la última etapa, la más larga de todas y sub-fragmentada en varios episodios (neuróticos, paranoicos, estúpidos, idiotas, muy tristes y muy alegres) en los que todavía estoy, quién sabe por cuánto tiempo más…  En definitiva: etapa de un largo intento proceso de olvido. El caso es que sí, cuando terminas algo, como es mi caso (¡Increíble, terminé la Universidad!) te pasa esto: ves tu vida pasar en instantes…  

¿Quién es William?,  bueno, él es alguien que, por supuesto, nunca quiero que lea esto que escribiré, pues sería más endeble de lo que soy ante él. Empiezo: imagínense ustedes un pueblito, más o menos bonito, ordenadito, limpito, donde podés andar en bicicleta. Hay un parque en el centro y en frente está la iglesia, muy a la española…Ahí resulta que dos chavalos en el 2007: uno de 17 (que sería yo) y otro de 15 (que sería William) se conocen en sus viajes de estudio a la capital del paisito en el que viven. El de 17 va a la Universidad y el de 15 va a un súper colegio, donde su papa decidió que estudiaría. El chavalo de 17  parece de 17; pero el de 15 parece de 20 años (…). 

Yo, en ese entonces, no decía palabras malsonantes, leía de noche, me divertía escuchando música, salía con amigos, sacaba buenas calificaciones, sonreía mucho y no lloraba nada, no me desvelaba… era pulcro hasta de pensamientos. Continúo: Al poco tiempo se hicieron “amigos”…como el de 15 era monaguío y el de 17 era casi ateo, era difícil que alguna vez se vieran en  la iglesia. Por motivos superiores sus diferencias ideológicas y religiosas nunca representaron peligro alguno para su “amistad”. 

En Semana Santa el de 17 iba “a ver las procesiones” para ver a su “amigo” de 15. Y así transcurrió esa etapa en el parque del pueblito, en el teatro de la capital, en el cine, en el bus, en el cuarto del de 15, en el cuarto del de 17, leyendo muchos libros, muchas noches de chat ilimitado… 

Entre fríos de noviembre, calores y procesiones de Semana Santa, de pronto se hallaron en la etapa más feliz de sus vidas y cuando el chavalo de 17 se preguntó así mismo si era feliz, dejó de serlo. Y cuando este mismo le preguntó al de 15 si lo quería… se acabó “la amistad”. No más besos en la boca, ni meter la mano en la bolsa del pantalón del otro cuando iban en el bus… Ni canciones en alemán ni papelitos en griego…No más conocerse en el cuerpo del otro… Ni dormirse en el bus ni tocar la guitarra para que el de 17 diera el visto bueno…

Posdata: La felicidad dura 3 años sin el manual, pero no sé dónde adquirirlo.

Nota: El tabú todavía se escribe entre comillas.

WR 

Banda sonora personal, suena en mi mente cada vez que espero a alguien...jeje