¿Qué rostro tiene la nacionalidad? me pregunto. Porque parece que todo tuviera rostro y que la nacionalidad no
fuera una excepción reconfortable. Voy al kiosco
por un vino y la señora rubia, muy amable, me pregunta mi nombre, porque me
considera un cliente asiduo y quiere ser empática conmigo pienso yo. Mi vista
recorre la estantería buscando una botella y, antes de que yo le diga mi nombre,
ella se apresura a adivinar mi nacionalidad: ¡Sos turco! ¿Verdad? ¿Árabe? Yo
esbozo una sonrisa nerviosa, deletreo mi nombre, pronuncio Nicaragua y le dicto
las coordenadas geográficas de mi país. Le tiro mucha información me dice. Y me
pregunta: ¿Nicaragua es Caribe? Y yo le afirmo rápidamente que sí, que tenemos
mar Caribe, arenas blancas y calor todo el año. Por eso sonríen mucho, me afirma. Y yo le digo
que no sé. Que no sé si la nacionalidad tenga rostro. Que no sé si las sonrisas
tengan explicación. Y ella exclama
sonriente: ¡Qué chico! Me pasa el vino y me voy.
:D jajajajajajaja genial...Yo en la playa soy feliz así que creo que pensaría que los que viven ahí están felices todo el tiempo, pero nunca viví en la playa y por eso debo pensar que nunca se deprime una persona con el mar a su lado, sin embargo seguro que me equivoco. Muy buena la entrada y me gusta la idea de que ninguna nacionalidad tiene rostro. Miles de saludos
ResponderEliminarGracias por pasarte por acá Shasmine... jejeje Y sí, soy feliz! :D !!!
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