martes, 24 de mayo de 2016

Una noche en el bar mutante




No siempre un extranjero como yo tiene la oportunidad de conocer a cordobeses a pesar de que vivo acá desde hace un año. Todo esto porque Córdoba es una ciudad universitaria por excelencia y recibe turistas y estudiantes de muchas partes del mundo y entre tanto extranjero y migrantes del interior de Argentina, a veces, uno termina más rodeado de estos que de los otros. Exagerando un poquito, por supuesto.
  
En este bar mutante, a diferencia de todos los bares que abundan en Córdoba, Capital, se puede estar de pie, sentado sobre una mesa, jugando al futbolín, sentarse en un sillón, alrededor de una mesa, simplemente fluir por todo el espacio o gravitar en la terraza del lugar.

Ese día mis amigos y yo nos quedamos abajo. Yo subí al baño y mientras hacía fila para pasar me sentí observado. Una sensación a la que he estado acostumbrado, pero que nunca ignoro.  Curioso, esbocé una sonrisa y Julián, uno de ellos, me sonrió. Así después de salir del baño fui a saludarlos porque me llamó con un “hola” casi gritando antes de que yo bajara por las escaleras. Después de un breve intercambio de palabras, entre estas mi nombre, decidí ir por la Isa Paula, mi amiga brasilera, para que conversáramos con ellos.

Julián pregunta de dónde somos e Isa responde. Julián lanza un elogio a nuestras playas. Todos sonreímos. Julián afirma que soy dragón en el horóscopo chino y yo respondo que sí, un tanto sorprendido. Él me dice que también es dragón y yo me sorprendo aun más y me río de la coincidencia. Yo quiero distraerme de Julián y le pregunto a Diego qué hace. Diego contesta que es pintor.

 Julián vuelve a llamar mi atención y me pregunta lo mismo. Isa responde y yo intento escuchar a Diego que dice que tiene un proyecto pictórico con fotos. Julián increpa mi falta de atención, entonces, decido escucharlo.  Habla de astros y literatura. Le digo que yo escribo un blog y contesta que soy melancólico como él. Me pasa un vaso de Heineken, me susurra un par de cosas al oído y nos invita a su cumpleaños. 

Fingimos no escucharlo…  Llega la Flor y encuentra tema de conversación con el Diego. Sacándolo del tema del cumple le pregunto si son cordobeses y les cuestiono su tonada. Julián me responde que sí, pero que su tonada es diferente al ser de Altagracia. Me habla de sus cuentos. Que odia lo estático: los pensamientos, las ideas, los absolutos. Le respondo que creo que también, más convencido del discurso que de lo real. Como no ando mi celular, me escribe sus datos en la libreta…  nos reitera la invitación a su cumpleaños. Y yo nada más podía pensar que estoy cansado.

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