sábado, 7 de mayo de 2016

El chico que nació amarillo



…soy el bunny boy que cree que se enamoró del
chico que nació amarillo. El mismo que ya
no puede quererme y que yo pretendo guardar con
cariño y luego olvidar.
Y sí, tal vez solo soy el bottom boy que se enamora
segundos después del primer abrazo. Que guarda
olores que no existen más para de vez en cuando recordar.
Y este chico que nació amarillo dice trillado:
 “gracias por darme tanto, y
 perdón por darte tan poco”.
Y yo erro en disociaciones. Erro profundo y soy apenas
consciente del gran poder que tengo sobre mi vida.
Y en esta ciudad donde todos me quieren por una
noche, donde encarno lo efímero y ellos se saben
eternos, propios y duraderos,
 yo deambulo entre desconocidos
que desconocen mis rasgos.
Y entre tanta dicha, me reconozco con
una pequeña desdicha.
 Y me siento burdo queriendo aun
esos rostros, en esta ciudad, repleta
de bocas con dientes manchados de vino,
de dientes manchados de mate, de bocas
llenas por igual de honestidad y mentira.
De bocas que huelen mal y dientes amarillos.
Y me redescubro pequeño dentro del abrigo del chico
 que nació amarillo, que me cubre todo tal como 
una bolsa grande y negra que cubre un cadáver.
Y escondo mis manos como se esconde él.
Y me permito sentir un poquito de vergüenza
y pena mientras vuelvo a casa.



 *Fotografía 
by Kevin Thruong

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