Mi
memoria brinca alegre en los charcos de Managua
tras
la lluvia. Se posa pletórica de felicidad en un depto
del
microcentro de Buenos Aires, en el ir y venir de los
taxis
amarillos, en besos, en dedos, en devenires
filosóficos
de una melena espesa. Mi memoria imagina
la risa
en
algún bar de kassel, sonriéndole a
otros rostros. Camina
taciturna
como un hombre cualquiera en alguna vereda
de
esa gélida ciudad…