sábado, 8 de noviembre de 2014

Esos pequeños actos políticos



 
 
He tenido la oportunidad de compartir espacios como charlas y conversatorios en lo que va del último mes y hay una pregunta con afirmación indirecta que se me planteó  y  ha quedado como eco en mi mente.  ¿Los jóvenes en Nicaragua sólo estamos interesados en el consumo, la supervivencia cotidiana  y estamos en total apatía con la política?  Es probable, de hecho, muy probable que eso tenga algo de verdad. Para qué decir que no, si he visto sus rostros y escuchado sus historias.

Pero no todo es así. Debo decir que para mí esa es una visión adultista muy reducida de lo que vendría a ser una “caracterización” de la juventud nicaragüense. Lo que sí es una realidad es que desde la niñez desarrollamos cierta apatía hacia la política partidaria nicaragüense, por obvias razones claro está. 

Una de esas razones obvias es que se nos excluye de una verdadera participación política porque lo que suele considerarse “participación” o “inclusión”, para el Estado, sólo es un llamado a seguir al gobierno de turno. Cero espacios de reflexión y debate de temas que nos interesan.  También se nos presenta la Política como un concepto abstracto que sólo les compete a las burguesías, oligarquías y demás grupos minoritarios que hacen y deshacen con nuestro país. 

 Pero no toda la gente joven está en ese letargo que gusta tanto a quienes insisten en subestimar  nuestra capacidad de ejercer ciudadanía activa y defender nuestros derechos. Al menos yo, he aprendido que los pequeños actos de supervivencia cotidiana tienen el poder de transformar nuestros contextos. Que algo que nunca podrá controlar ningún gobierno y/o dictadura es nuestra espontaneidad para organizarnos y demandar lo que queremos. 

Y si, hasta que no aprendamos que nuestra desobediencia civil, ante las “pequeñas” injusticias cotidianas, puede desencadenar los cambios que queremos, pues no lo lograremos. Nuestra resistencia es la mejor arma para la lucha pacífica que libramos cada día ante todas las violencias e injusticias que nos rodea. Debemos convencernos de que esos “pequeños” actos cotidianos pueden ser los actos políticos que necesitamos para cambiar.  

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