viernes, 14 de febrero de 2014

Midiendo el tiempo con jabones



He aprendido a medir el tiempo con jabones... Si, ha pasado mucho tiempo porque ya casi no me acuerdo del olor del último shower gel que compramos juntos.  Dan parecía que ni lo usaba y yo me acababa casi la mitad de la botella en aquel jolgorio espumoso. En esa casa de Dan llena de vacíos, bonita y vieja. Qué rico olíamos después. Y continuábamos hasta que el estómago nos recordaba que necesitábamos comer.

Recuerdo que una vez estábamos tan despistados. Tal vez preocupados. Yo, particularmente, pensaba en el regreso de Dan a Estados Unidos. Pensaba en que todo ese tiempo juntos nunca iba dar frutos. ¿Qué podía esperar? Simplemente iba pasar. Se iba acabar. Esos tiempos juntos se iban extinguir como se extinguían los jabones día a día… y si a caso olerá. 

Entonces fuimos a ese supermercado de Granada que nunca me gustó. Y trajimos shampoo en lugar de shower gel y nos reímos como dos niñitos. Llegamos a la casa y fui yo quien se metió al baño primero y vi todas aquellas botellas de gel de baño vacías y pensaba en la separación inevitable (desde el principio) y odiada (desde ese momento).  Y ese día nos bañamos y resolvimos con un jabón rosadito y barato que estaba en la mesita. Ese recuerdo arde todavía.   


1 comentario:

  1. ummmmmm pienso y pienso y repienso Dannn????? oye, bonita microficción, no que va, no es microficción, mas bien microcuento, pero como dicen que toda ficción tiene su base real, voto por que esta sea otra de esas confesiones que a mas de alguno le incomoda

    ResponderEliminar