Recuerdo esos tiempos de estar tirados en el piso
y a la vez en el aire. Esos tiempos de comer y dormir la siesta; cuando ya no
nos preocupábamos. Y todo pasó tan rápido. Creés que no había otro modo y las
palabras ya no importaron más. Nunca importaron lo suficiente tal vez. Y ese
tiempo de tranquilidad que entonces sí era felicidad pasó. Ahora nos
encontramos y sacudimos nuestros mundos. Y todo está planeado. Todo está en la
lista del día. Todo está en lo que debo entregar. Entonces soy solo miedo y las
“esperanzas” o la esperanza pierde su
magia discursiva y te vas flotando entre planes y yo también me quedo en ellos.
Y así nos perdemos en días que no llegan, en dibujos inacabados, en medias
páginas.
Fotografía by Anthony Goicolea |
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