miércoles, 1 de octubre de 2014

{Primera cita}



Imagen by Hana Dunk

La primera cita. Nunca antes habíamos tenido una, pese a que ya nos habíamos visto tantas veces, concordado en tantos espacios. Pero no habíamos tenido una primera cita. Ni siquiera recuerdo cómo fueron mis otras primeras citas pasadas. Siempre hay un halo de absurdo y estúpido misterio en estas trivialidades. 

Yo estoy dispuesto a exponerme. Me gusta. Y la conversación buena hasta el momento en que digo que soy  feminista y él lanza una pregunta inocente, irrelevante y no merecedora de él. “¿Puede un hombre ser feminista?”. Yo quiero hablar de otras cosas: colonialismo, sexualidades disidentes, violencia estatal y otros tantos temas que Nicaragua me suscita. Ese debate ya no me interesa.

Entonces, él podrá decir que no supe responder; pero medito en que no tiene culpa. Yo no tengo culpa tampoco: la Cooperación Internacional y los Programas de Desarrollo descafeinaron el feminismo con el famoso enfoque de género. Pero eso no importa. Yo, después de eso, solo quise respirar profundamente y exhalar mientras me sentaba en el sofá y recostaba mi cabeza en sus piernas. 

No insiste y lleva la conversación hacia otros temas e ideas con las que aun está casado. Y yo me distraigo, relajado en su sofá, oliendo su camisa y oyendo su heartbeat. Es muy incisivo en la conversación e intenta convencerme todo el tiempo mientras yo solo quiero hablar de reflexiones personales o tal vez solamente besarle.

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