domingo, 23 de marzo de 2014

Orientación de los gatos




Uno de los proyectos personales que emprendí este año fue documentar mi experiencia, apreciaciones y reflexiones sobre el libro que estuviera leyendo cada mes. Enero y febrero fue muy bueno puesto que leía más de un libro y documenté entre tres o cuatro al mes. Las reflexiones o reseñas se pueden checar en la etiqueta Diario de lecturas

Este mes de marzo el libro que me ha acompañado es “Queremos tanto a Glenda”, un libro de cuentos de Julio Cortázar. No ha sido fácil. He tenido tiempo, pero lo he perdido. La fatiga, mi enajenación en facebook, tonterías y falta de voluntad han hecho que vaya muy lento en mi lectura; pero cabe destacar que estos cuentos tienen una complejidad y perfección extremas. Me ha pasado, por ejemplo, que no termino de entender el sentido de algunos. 
Hay un cuento en particular que además de gustarme mucho me ha parecido alucinante. Enigmático. Y, sin duda, mágico: Orientación de los gatos. Podría reducir el argumento a la simple experiencia de Cortázar con sus dos mascotas: Alana y Osiris; pero la intensidad del relato está en la dinámica que hay en los tres, en cómo se describe la profundidad de la mirada de los gatos. La influencia pictórica y esa abstracción permanente en ellos y que se hace presente cuando visitan la galería de arte.

Cortázar introduce una especie de tercera dimensión: la cotidianidad de sus mascotas, el amo y las pinturas. La mirada de los gatos y la profundidad de los sentimientos me llevaron hacia esa zona extraña en la que estos milenarios animales funcionan como médium entre un lugar real y un lugar donde, a lo mejor, florecen los sentimientos. Cosas de un lugar oscuro. No sé. A lo mejor, elementos que en la luz no vemos, seres que solamente un gato percibe.

Alana, que es la gata, aparece en un momento personificada en el idealismo del autor: la amante a la que “hubiera querido tenerla desnuda en los brazos, amarla de tal manera que todo quedara claro, todo quedara dicho para siempre…”.

Y de esta gran metáfora. De este gran cuento. De este ficticio amor surge aquella premisa que, a pesar de todo, me motiva a seguir mi búsqueda con la idea de que algún día llegue a ese puerto soñado. “Yo sabiendo que mi larga búsqueda había llegado a puerto y que mi amor abarcaría desde ahora lo visible y lo invisible, aceptaría la limpia mirada de Alana sin incertidumbres de puertas cerradas, de pasajes vedados.”

 

1 comentario:

  1. Me esta pasando lo mismo con mis lecturas, estoy hecho volas, falta de tiempo y no voluntad, pero bueno ahi la llevamos, no he leido este cuento perro cuando mi gatita forastera viene a visitarme y me pierdo en ese universo verde ima de sus ojos recuerdo a Cortazar...

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