Hoy vino Dan. Platicamos en la acera de la casa de
mi madre. Desde hace un tiempo es extraño cuando lo logro ver. Hace unos días
lo vi en una calle del centro… Algo cerca de su casa. Era un atardecer muy
parecido al amanecer de esos días en que era mi amigo. Lo distinguí por su
camiseta blanca… su prominente y hermosa estatura. Creo que en el fondo Dan y yo somos muy parecidos. En esa ocasión no quise hablarle. Me senté en una banca
del parque y lo observé alejarse erguido, pensativo y encantador. Bueno, vino, y mi madre le ofreció una
sangría y en las pausas se quedaba viéndome. Acariciándome con sus ojos. Silencioso.
Pude ver lo mucho que me extraña en el brillo cálido de sus pupilas y el
movimiento nervioso de su boca pequeña y fascinante. Mirándome de reojo.
Diciéndome cosas con esa mirada que sólo puede definir e interpretar mi alma
que le conocerá a lo mejor de antaño: una imagen que me ha regalado para
siempre.
Zander Hodgson by Ian Cole |
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