El otro día una amiga le señalaba a un amigo que (él) “pensaba como mujer” sólo porque él exteriorizaba que esperaba a la “mujer perfecta” para casarse y tener hijos. Me llamó muchísimo la atención que una mujer asumiera una idea así como pensamiento inherente de su género, como si por regla natural la mujer debe pensar de una forma y el hombre de otra.
En este sentido, siguiendo las líneas del pensamiento de Judith Butler y su propuesta de que el género es algo performativo, que se aprende y se repite en base al sistema heteronormativo de nuestra sociedad; yo diría que el género no es más que el disfraz que la sociedad binaria concede al sexo biológico hombre y al sexo biológico mujer, donde lo que realmente importa es qué tan bien lleves ese disfraz.
Mientras de un hombre se espera (según el sistema de binarismo genérico de la sociedad) que sea fuerte, activo y racional; de una mujer se espera que sea débil, pasiva y emocional. Pienso que es absurdo este sistema social que establece una inmensa lista de rasgos o características disyuntivas entre el hombre y la mujer cuyas diferencias rayan la desigualdad y afecta a todos.
Un ejemplo de esta afectación es que si una mujer se atreve a realizar una actividad comúnmente realizada por hombres, como la mecánica automotriz o la ingeniería civil, sabemos que no faltará quien trate de insultarla llamándole “marimacho”. Del mismo modo, si un hombre se dedica a actividades como el arte, moda u otras “actividades femeninas” le llamarán “maricón” etc.
Un ejemplo que demuestra que el género, al fin y al cabo, es algo plástico y superficial es el travestismo, de una manera muy fácil un hombre se feminiza y una mujer se masculiniza utilizando y adoptando actitudes y ropas de su sexo opuesto.
En resumen, mi punto es que deberíamos dar un paso más allá de la clasificación binaria del género que la sociedad norma. Darle un espacio a las múltiples identidades que puedan existir y abrir paso a nuevas formas de masculinidad y femineidad.
Hace un par de meses fui a un seminario donde una chica trans proponía el término "mujer u hombre de género", que era más o menos una idea parecida (aunque, desde mi punto de vista, volvía a caer en los límites de la sociedad heteronormativa), donde ella, al sentirse y comportarse como mujer, no necesitaba "verse" como una, en el sentido de tener que tomar hormonas que pudieran poner en riesgo su salud. Tenía rasgos "masculinos" en el cuerpo muy marcados, que contrastaban mucho con sus tacones, cabello largo y maquillaje, pero que demuestran lo que dice Butler, la performatividad del género.
ResponderEliminarPersonalmente, comparto tu opinión. Un abrazo.