El carnaval del Arlequín (1924-1925) |
El cuadro de Joan Miró, “El carnaval del arlequín”, se caracteriza por tener forma rectangular, que retrata una escena con personajes de características extrañas y grotescas, como de ensueño, quienes se reúnen en una posible habitación, unidos por una festividad que envuelve a todos en una atmósfera de turbulencia, agitación, sobresalto y adrenalina.
Asimismo, hay una línea divisoria entre el piso, con un color entre naranja y gris, y la pared, en una mezcla de ocre y verde. A su izquierda, un angosto triángulo negro que constituye las oscuridades y obsesiones del pintor, el cual está insertado entre ambas áreas de color, de forma que crea una especie de pared, confiriendo profundidad espacial dentro de la pintura.
Este cuadro simboliza la mente del pintor, representada con colores bien definidos y por una miscelánea de objetos que figuran los deseos, las ilusiones y las utopías que el artista quería convertirlos en realidad, pues, un ejemplo de ello es la especie de escalera que aparece a la izquierda de la pintura, la que sirve como vehículo hacia una nueva vida.
Debido a esa búsqueda de un mundo nuevo, un mundo mejor, donde las personas que la utilicen para su proceso de transformación y el encuentro del éxito, les sea valoradas y recompensadas según su esfuerzo y coraje.
Esta escalinata está sostenida por una mano espectral, volátil y de cómics, que representa la amistad, la mano bendita y afable de un buen amigo que alienta al ser humano y sirve como apoyo para el cumplimiento de sus metas.
Al lado derecho del cuadro, una ventana que ventila la habitación a la que le hace falta el oxígeno por la presencia de varias fosas nasales dentro que inhalan el aire. Sin embargo, por esta ventana se distingue un cielo azul, oscuro, lóbrego, pese que hay un sol que se ve a lo lejos. En esa dirección, pero en la parte inferior, una mesa azul que parece estar suspendida en el aire, cuyas patas son estilo barroco.
Si desde esta mesa azulada, giramos nuestros ojos otra vez a la izquierda, pero un poco más al centro, podremos distinguir una esfera mitad azul mitad roja, parecido al Yin-Yang chino, objeto que representa la energía masculina y femenina, los colores representan el bien y el mal, pero todo ello, en completo equilibrio.
Se transforma, además, en una cara, con párpados blancos y un ligero bigote, danzante en el espacio. Este rostro está dividido por una línea vertical que, hacia arriba, forma una escasa cabellera sosteniendo un sombrero en la punta y, hacia abajo, una reducida barba semejante a un rastrillo. Por consiguiente, este importante personaje, conocido como “el Arlequín” (con el seño fruncido en señal de asombro, un poco trastornado y asustado) con los dos colores de su rostro simboliza el equilibrio espiritual, al que todos los seres humanos debemos llegar.
En medio de esta vida llena de sorpresas y desencantos; al igual que este bufón, que con su atuendo y arreglo excéntrico, trata de olvidarse --de los problemas que le asechan-- con su humor, debemos tener “un punto de escape” hacia todas las adversidades de este mundo, es por ello que este protagonista del cuadro al no poder volar por tener sus alas cortas, busca una forma de acoplarse a la sociedad que le ha tocado vivir, para superar los vacíos existenciales que en él ha desencadenado. Es verdad que está un poco dolido por la lanza que le traspasa la sien, pero, ha superado ese dolor y trata de transformar esa tristeza en humor.
En definitiva, esta pintura abunda en colores, en objetos, y formas. Es una fiesta, donde el confeti es la gran cantidad de objetos animados e inanimados presentes en la obra, que aparecen desorientados, con la excusa de que hay una algarabía.
También, encontramos la presencia de dos gatos que juegan con un hilo de tejer, insectos pintados en contrastes de colores, una oreja que todo lo oye, cercana a la escalera, guitarras, notas musicales en invocación a la música, una estrella fugaz y una línea (con cabeza en la punta y una ondulada cola, que termina en una hoja espinosa) que se asemeja a un espermatozoide que anda en búsqueda de su ovulo, como un llamado a la fertilidad.
Sabes que este tipo de obras no me llaman la atención en mucho, me quede en el renacimiento italiando y lo prefiero.
ResponderEliminarSin embargo me gusta mucho tu análisis y descubrir todas la cosas que el artista plasmo en su obra es bastante curioso. De hecho es otra forma mas de expresarte de gritas de escribir.
No sabía que eras aficionado a las artes visuales mi querido amigo exito... yo un poco.. pero no se mucho... el nombre de la obra me gusta mucho.. cuando lo leí pense que se trataba de una novela que si existiera con ese título no dudaría en leerla...
pues la pintura es una de artes que más reacción inmediata provoca. Esta es superlinda. Después de Dalí, Joan Miró es uno de mis pintores españoles favoritos....
ResponderEliminar