El otro día una amiga le señalaba a un amigo que (él) “pensaba como mujer” sólo porque él exteriorizaba que esperaba a la “mujer perfecta” para casarse y tener hijos. Me llamó muchísimo la atención que una mujer asumiera una idea así como pensamiento inherente de su género, como si por regla natural la mujer debe pensar de una forma y el hombre de otra.
En este sentido, siguiendo las líneas del pensamiento de Judith Butler y su propuesta de que el género es algo performativo, que se aprende y se repite en base al sistema heteronormativo de nuestra sociedad; yo diría que el género no es más que el disfraz que la sociedad binaria concede al sexo biológico hombre y al sexo biológico mujer, donde lo que realmente importa es qué tan bien lleves ese disfraz.
Mientras de un hombre se espera (según el sistema de binarismo genérico de la sociedad) que sea fuerte, activo y racional; de una mujer se espera que sea débil, pasiva y emocional. Pienso que es absurdo este sistema social que establece una inmensa lista de rasgos o características disyuntivas entre el hombre y la mujer cuyas diferencias rayan la desigualdad y afecta a todos.
Un ejemplo de esta afectación es que si una mujer se atreve a realizar una actividad comúnmente realizada por hombres, como la mecánica automotriz o la ingeniería civil, sabemos que no faltará quien trate de insultarla llamándole “marimacho”. Del mismo modo, si un hombre se dedica a actividades como el arte, moda u otras “actividades femeninas” le llamarán “maricón” etc.
Un ejemplo que demuestra que el género, al fin y al cabo, es algo plástico y superficial es el travestismo, de una manera muy fácil un hombre se feminiza y una mujer se masculiniza utilizando y adoptando actitudes y ropas de su sexo opuesto.
En resumen, mi punto es que deberíamos dar un paso más allá de la clasificación binaria del género que la sociedad norma. Darle un espacio a las múltiples identidades que puedan existir y abrir paso a nuevas formas de masculinidad y femineidad.
Tal vez el error es querer atrapar lo inatrapable querer que las cosas duren para siempre es mejorclaroaprovecharel hoy porque eso es lo único que existe sería bueno así no me enfermaría David ni las pastillas ni sentiríano sé quéha hecho o qué está pasando conmigo pero me sorprende bueno realmentecreo que estoy saboreando la resignación resignarme resigna cióneso esresignarme a esto que David y yo tenemos que no sé cómo llamarleo más bien no sé cómo llamarle a esto que yo tengo con élporque por él no puedo hablarasí debe ser la gente fracasadaesa gente mediocre que se acostumbra que se resignan creyendo que las cosas son como soncomo los demás creen que son como les dijeron que seríanasí estoy sintiendoresignarse es admitir que mi todo ha sido en vano que no puedo hacer nada para que Davidel asunto es que se cansan como me estoy cansando yo de querer cambiar las cosas de pretender que sean diferentespero no puedo evitar sentirme bienla resignación trae una tranquilidadnunca pensé sentir estolo mejor es que las cosas estén como están puedo frenar o ignorar el deseoese deseo insatisfactible que me veníade querer que las cosas sean como yo quieroes increíble que de un agente externo como David dependiera mi alegría y mi tristezavoy tratando que no sea asíesta tranquilidad con la resignaciónde no poder cambiar las cosascreo que me dice que lo estoy consiguiendoconsiguiéndome a mi misma
Siempre me ha llamado la atención todo lo que ocurre con las instituciones normativas y opresoras por excelencia como la iglesia católica. Me asombra ver cómo sus propias normas causan mella en ellos y en la sociedad que, nos guste o no, su influencia nos alcanza (por no decir nos afecta).
Quisiera citar el ejemplo más reciente: el asesinato al párroco de La Concha, Marlon Ernesto Pupiro García. La policía atrapó al asesino, a los implicados y se conocieron “detalles” de lo que aconteció el último día de vida del sacerdote; sin embargo,según mi percepción,la gente interesada en saber los motivos por los que alguien mataría a un “siervo de Dios” se quedaron latentes.
He escuchado que los asuntos de interés público que tienen relación con la vida privada de los involucrados la “verdad no existe”. Lo único que existe son perspectivas. En este sentido, cada quien puede tener su perspectiva, su verdad de los hechos, lo que más cómodo les resulte creer. Yo pienso que, como en la mayoría de casos relacionados con la iglesia católica, esa verdad “que os hará libre” quedará bajo sus sotanas.
No sé si decir lamentablemente o dichosamente las conclusiones siempre serán las mismas, pues mientras se viva en una sociedaddonde nuestras madres nos obligan a ir a la iglesia los domingos y a besarle las manos al cura que nos violó.
Mientras se viva en una sociedad donde se cree que los sacerdotes son santos y virginales (con perdón, por si acaso, existen), las conclusiones serán las mismas, esas que todos pensamos y no nos atrevemos a decir por no “manchar la iglesia de Dios”.
Para finalizar mi opinión al respecto de la religión católica y su dios, cito el estribillo de una canción de la cantante colombiana más famosa de hoy: “mientras tanto este mundo gira y gira sin poderlo detener, aquí abajo unos cuantos nos manejan como fichas de ajedrez. No soy la clase de idiota que se deja convencer, pero digo la verdad, que hasta un ciego la puede ver…”
Iba a cruzar la calle. Estaban ahí, otra vez: dos ancianos, uno en silla de ruedas, el otro en una silla mecedora. El que estaba postrado en la silla de ruedas era blanco, su cabello parecía algodoncito, tenía una barba afelpada. Se veía contento, tenía sus ojos vivaces. Se entretenía con un celular, escribía algo, lo levantaba como si intentara agarrar señal y, entre tanto, veía con ternura al otro viejito.
El viejito sentado en la silla mecedora era moreno, calvito, de ojos tristes. Según mi percepción, este era de menos edad que el longevo del celular que estaba sentado en la silla de ruedas. No sé, quizás 62 y 72 años, respectivamente.
Asleep in the kitchen (Between knives and berenjenas...) by Hanzel Lacayo
Es increíble que una ampolla de 0.5µg/10Ml me haga sentir bien sobre todo en estos momentos donde no quiero pensar donde no quiero hablar con nadie me rehúso a pensar siquiera en David ¡púchica ya estoy pensando en él!el tiempomaldito tiempo creía que era un invento pero lo siento y lo veo ya estoy sintiendo ganas de dormir somnolencia diría él pero no está para decirme que no me siga inyectando estoen realidad no tengo ningún dolor físico pero me duele el tiempo el tiempo maldito tiempo que pasa nos separa nos unelo aleja de mi lo pierdo me dueleel fentanyl no me puede quitar este dolor perome estoy durmiendo no puedo abrir los ojos pero siento el dolorDavid se me va a gotas gotitas gototas así de insistente así asíque lindo bosque hermoso que lindo siento sus manos suaves calientes tengo frío me apreta siento sus redondeados y húmedos labios los siento con la punta de mi lengua siento su lengua su boca está tibia como sandía¡diablos!mi mama va entrar no cerré la puerta verá el empaque de fentanyl y ya no volveré a inyectarme pero no tengo fuerzas no puedo levantarme me siento pesada ay tengo ganas de vomitar tengo ganas de llorarpor qué David no está conmigo sus cosas sus intereses su vida mi vida el tiempo la casualidad mis ganas su vida su vida tan suya tan separada de la mía eso me duele aquí muy dentro no sé a dónde pero sólo sé que ahí el fentanyl no llega necesito otra inyección no quiero despertarno soy importante no soy nadie para él soy menosme duele no entiendo por qué no hace mayor efecto quiero volver al bosque donde estabadonde me abrazabaveo unicorniosqué lindos quiero besar un elefante qué se sentirá besar un elefantequé rico no siento nada es nada me gusta la nada qué lindo aquí está cómo siento mi corazón palpitar aceleradomi respiración esesél¿le digo que ponga la mano en mi pecho para que sienta lo que siento cuando lo veo? me falta el aire esto es hipotensión creoeso dice Dennis mi hermanito mi doctorcito qué feliz su vida no como la míale saco sus fármacos y no se da cuentaopio eso dijocuánto tiempo espero hasta otro encuentro que es como la primera vezya no habrá otroperotengo sueñono me duele que se vaya que se vaya no me importaque me ignore que me rechace como él sabe hacerlo cree que no me doy cuenta no soy importante soy muy poco me duelesiento que no puedoya no quieroel tiempola vidaDavidel dolortodo se consume al dormir
El cuadro de Joan Miró, “El carnaval del arlequín”, se caracteriza por tener forma rectangular, que retrata una escena con personajes de características extrañas y grotescas, como de ensueño, quienes se reúnen en una posible habitación, unidos por una festividad que envuelve a todos en una atmósfera de turbulencia, agitación, sobresalto y adrenalina.
Asimismo, hay una línea divisoria entre el piso, con un color entre naranja y gris, y la pared, en una mezcla de ocre y verde. A su izquierda, un angosto triángulo negro que constituye las oscuridades y obsesiones del pintor, el cual está insertado entre ambas áreas de color, de forma que crea una especie de pared, confiriendo profundidad espacial dentro de la pintura.
Este cuadro simboliza la mente del pintor, representada con colores bien definidos y por una miscelánea de objetos que figuran los deseos, las ilusiones y las utopías que el artista quería convertirlos en realidad, pues, un ejemplo de ello es la especie de escalera que aparece a la izquierda de la pintura, la que sirve como vehículo hacia una nueva vida.
Debido a esa búsqueda de un mundo nuevo, un mundo mejor, donde las personas que la utilicen para su proceso de transformación y el encuentro del éxito, les sea valoradas y recompensadas según su esfuerzo y coraje.
Esta escalinata está sostenida por una mano espectral, volátil y de cómics, que representa la amistad, la mano bendita y afable de un buen amigo que alienta al ser humano y sirve como apoyo para el cumplimiento de sus metas.
Al lado derecho del cuadro, una ventana que ventila la habitación a la que le hace falta el oxígeno por la presencia de varias fosas nasales dentro que inhalan el aire. Sin embargo, por esta ventana se distingue un cielo azul, oscuro, lóbrego, pese que hay un sol que se ve a lo lejos. En esa dirección, pero en la parte inferior, una mesa azul que parece estar suspendida en el aire, cuyas patas son estilo barroco.
Si desde esta mesa azulada, giramos nuestros ojos otra vez a la izquierda, pero un poco más al centro, podremos distinguir una esfera mitad azul mitad roja, parecido al Yin-Yang chino, objeto que representa la energía masculina y femenina, los colores representan el bien y el mal, pero todo ello, en completo equilibrio.
Se transforma, además, en una cara, con párpados blancos y un ligero bigote, danzante en el espacio. Este rostro está dividido por una línea vertical que, hacia arriba, forma una escasa cabellera sosteniendo un sombrero en la punta y, hacia abajo, una reducida barba semejante a un rastrillo. Por consiguiente, este importante personaje, conocido como “el Arlequín” (con el seño fruncido en señal de asombro, un poco trastornado y asustado) con los dos colores de su rostro simboliza el equilibrio espiritual, al que todos los seres humanos debemos llegar.
En medio de esta vida llena de sorpresas y desencantos; al igual que este bufón, que con su atuendo y arreglo excéntrico, trata de olvidarse --de los problemas que le asechan-- con su humor, debemos tener “un punto de escape” hacia todas las adversidades de este mundo, es por ello que este protagonista del cuadro al no poder volar por tener sus alas cortas, busca una forma de acoplarse a la sociedad que le ha tocado vivir, para superar los vacíos existenciales que en él ha desencadenado. Es verdad que está un poco dolido por la lanza que le traspasa la sien, pero, ha superado ese dolor y trata de transformar esa tristeza en humor.
En definitiva, esta pintura abunda en colores, en objetos, y formas. Es una fiesta, donde el confeti es la gran cantidad de objetos animados e inanimados presentes en la obra, que aparecen desorientados, con la excusa de que hay una algarabía.
También, encontramos la presencia de dos gatos que juegan con un hilo de tejer, insectos pintados en contrastes de colores, una oreja que todo lo oye, cercana a la escalera, guitarras, notas musicales en invocación a la música, una estrella fugaz y una línea (con cabeza en la punta y una ondulada cola, que termina en una hoja espinosa) que se asemeja a un espermatozoide que anda en búsqueda de su ovulo, como un llamado a la fertilidad.