“Cuerpo Roto” es la ópera prima de mi amiga la poeta chilena
Constanza Marchant. Es un poemario que abandona en muchos
sentidos esas añejas formas de presentar la poesía. Hay un solo gran tema y tal
vez muchos temas debajo. Hay un gran dolor como contracara, quizá, de un gran
amor. Empezar a leerlo fue como empezar a engullir un enorme y enrollado
tallarín que se va haciendo, con el paso del tiempo, más difícil de
digerir. Un cuerpo fragmentado hoja tras
hoja.
Desde unos años para acá,
quizá desde que llegué a Argentina, he sentido muchas ganas de leer poesía.
“Cuerpo Roto” llegó a mí en este momento y lo he disfrutado tanto como un
padecimiento masoquista. No sé si porque su autora es mi amiga, no sé si por la
cercanía del texto en cuanto a contemporaneidad. No lo sé. Pero ha sido un
encuentro especial.
Cada poema arde y despide
una voz que se queja y se apaga y resurge de nuevo desde el dolor. Estos poemas
no me leen, pero cuando yo los leo estoy ante esta mujer, este “Cuerpo Roto”
que como migas de pan va dejando huellas de manera que podamos asistir a la
pista, pero nunca poder acercarnos y participar, porque es tan personal como la
memoria. Tan íntimo, tan, pero tan íntimo, que siempre nos deja esperando en la
puerta…
Este poemario llegó a mis
manos como regalo de cumpleaños en el 2015 y ha estado en las distintas mesitas
de noche de todos los lugares de donde he dormido desde entonces. La nueva
costumbre de leer poemas antes de dormir.
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