sábado, 4 de marzo de 2017

Le llamaré Gastón






Hoy, como de costumbre, cuando corría para no perder el colectivo, divisé a lo lejos la silueta de un hombre que me parecía ya conocido de algún lugar de mi memoria, pero sin lograr identificar de dónde.  No sé si por el bloqueo que causa ese estúpido miedo de perder colectivos y aviones, pero no lo lograba identificar. Después de caminar apresurado, finalmente, subimos los dos al mismo colectivo.

Noté que él me percibía y, aunque nos sentamos de manera en que era casi imposible vernos, hacía un movimiento disimulado (y algo evidente para mí) por encontrarme el rostro. Y así fue por varios minutos en la ruta. Tuve un monólogo superficial pensando en que hoy era un buen día de rulos y que estaba preparado para ser visto, entonces, me relajé preparándome para que nuestros rostros se encontraran. Y fue así que, de un momento a otro, nos vimos. Nos reconocimos tácitamente, en silencio… 

Mi amiga Luchi dice que cuando dos miradas se encuentran se convierten en una sola. Fuimos una sola mirada en ese instante prolongado. En sus pupilas cafés: Pequeño ataque al corazón. Tragué saliva sintiendo dificultad. Aquella extraña sensación de asombro y entusiasmo infantil.  Aparté la mirada continuando viendo por la ventana, siguiendo el camino de los transeúntes. 

Se bajó una parada antes que yo, justo después del edificio donde está la Central de Policía en la Av. Colón. Luego bajé yo. Mientras caminé por la calle Santa Fe pensaba en que tenía que llamarle de alguna manera a este hombre, a esto cósmico que había pasado… Era muy fuerte como para dejarlo como una anécdota anónima olvidada días después en mi memoria. Le llamaré Gastón, me dije, sintiendo ganas de volver a sentir lo mismo. 

*Córdoba, Argentina
 fotografía por Waldir Ruiz

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