miércoles, 3 de diciembre de 2014

¿Soy un pacifista?


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 Creo que sí. Mi pacifismo como tal no ha estado a prueba todavía; pero repruebo la violencia y me da pánico la guerra. Quiero estar muy lejos de estas, aunque, vivir donde vivo no me ha dado esa dicha. Y, aunque no esté directamente ante la violencia extrema, podría afirmar que vivo rodeado de violencia y al borde de ella cada día. He sido muchas veces víctima y otras veces verdugo. No se siente nada bien, sobretodo, desde que lo reflexiono y me pronuncio a favor de la paz. ¿Les ha pasado alguna vez?

Es que es común que la gente muestre repulsión ante casos de violencia extrema como un femicidio, pero solapadamente son tolerantes y permisivas con esa violencia sutil. Esa violencia de la que está llena nuestra cotidianidad. Ya saben, esas típicas preguntas del tipo: “Oye, ¿qué metidita en carne estás?” “¿Unos tacones no te quedarían nada mal?” “¿Y si hablás como hombre para que te escuchemos mejor?” “Como que esta camisa está muy de nena, ¿no?”  Y un largo etcétera de expresiones que si bien me han dicho, también las he dicho. 

Soy un pacifista, sí. Quiero la paz y con una guerra violenta jamás conseguiremos paz y tenemos la historia de la humanidad para demostrárnoslo. Aunque el otro día un señor me recordara la famosa frase en latín si vis pacem, para bellum. Pero hoy por hoy la “guerra” puede ser algo pacífico. Al menos, a eso le apostamos mucha gente joven.  

Y hay una verdad. Al menos, una verdad que he tenido la oportunidad de verbalizar en este año, después de unos años leyendo y escuchando sobre luchas, sobre poder, sobre sueños que conquistar colectivamente e individualmente: desobedecer es la mejor lucha pacífica. Desobedecer el poder patriarcal, el machismo y las leyes injustas. Desobedecer en masa y en lo individual. En público y en privado. Solo así se consigue (se conseguirá) lo que queremos. 

1 comentario:

  1. mira que no me habia planteado eso, desobedecer, buen punto, y valido creo...,

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