Seducido por la LIBERTAD sexual que actualmente propone la filósofa española Beatriz Preciado; quien inspirada en las teorías de Michel Foucault, deconstruye con argumentos que me parecen sumamente coherentes y novedosos, la IDENTIDAD SEXUAL; emprendí muchas reflexiones de las que ésta sólo es una muestra.
Beatriz se apoya en la Historia de la sexualidad de Foucault para demostrar que la sexualidad y el género son espacios plásticos, aunque los veamos como espacios naturales asignados “irrevocablemente para siempre”. Esos dos elementos son, realmente, construcciones sociales y políticas.
Entendamos: son construcciones que el sistema capital y que la sociedad misma se ha inventado para controlar desde una visión económica, médica y demás, la manera en que vivimos la sexualidad. De ahí todo el rollo de la natalidad y la salud pública. Escuetamente, desde hace rato, el sistema quiere controlar hasta con quién “cogemos”, dónde “cogemos” y para qué “cogemos”.
En este sentido, surgen identidades sexuales “normales” y “productivas”, y “anormales o perversas”, simplificadas a: la identidad heterosexual, monógama, destinada a reproducir la especie y fuerza de trabajo. Y la identidad sexual homosexual, enferma, estéril, que se denomina sólo para exaltar la “normalidad” de la primera.
Sin embargo, no se incluye en la sociedad, las sexualidades que se alejan del imaginario de la sexualidad “normal heterosexual”, logrando establecer las bases de un sistema social (absurdo) basado en la separación de las personas. Por lo tanto, la tarea ideal de hoy sería que TODOS proclamemos, defendamos y reafirmemos que la opción sexual distinta es un derecho humano, lógicamente, sin importarnos si estamos dentro del privilegiado heterocentrismo o no.
Y digo “tarea ideal” porque en nuestra querida nación, a penas, en el 2008 se despenalizó la homosexualidad. Lo que no significa que haya desaparecido del imaginario colectivo todo el prejuicio y el estigma hacia quienes prefieren vivir su sexualidad de esa forma.
Al entender la sexualidad desde este enfoque, pienso que se caen los conceptos de identidades sexuales que la sociedad etiqueta: LGBTI (lesbianas, gays, bisexuales, trans, intersex y todo cuanto pueda etiquetarse).
Una amiga me decía que las etiquetas no son malas, según ella, esos nombres ayudan a simplificar la vida; sin embargo, yo pienso que es una forma más de segregación y esto propicia estigma y discriminación. Y como yo tengo la tendencia a lo platónico creo que la equidad se debe conseguir. Comprender que la sexualidad es única porque cada ser humano es único y cada quien debe vivirla a fin de su bienestar.
Hay que empezar a deconstruir esa armadura de caballero que el Medioevo nos dejó a los hombres, porque es de hierro y pesa mucho (…jejeje…sí que pesa!). Así hay que ver al género o la identidad sexual que la sociedad atribuye, como un artificio que no le puede encajar a todo mundo. Que somos distintos, pero no desiguales. Que la necesidad afectiva va más allá de un par de tetas, una vagina o un pene.
Yo pienso que definirse es limitarse. Prefiero “buscar” incansablemente a alguien que conecte con mi mente, con mi espíritu, que me llene de satisfacción, que me haga feliz independientemente si es hombre o mujer: me da absolutamente igual.
Ummm amor en total libertad y lejos de la sexualidad como placer que al final es un elemento importante pero no el mas importante... ¿Estoy bien?.
ResponderEliminarMe gusta la definición que das como "armadura del Medioevo", es muy cierto, pienso, con todo respeto, que las personas que no piensan igual que tú, y que sin miramientos extiendel el dedo acusador, no se dan cuenta que dentro de muy poco, ellos pueden ser los segregados, los "raritos". Puede ser una realidad, la sociedad evoluciona y las generaciones cambian, antes se crei en que los reyes eran por voluntad divina, ahora ¿como es la cosa?.
Buena publicación...
No puedo estar más de acuerdo, me fascina la propuesta de Beatriz Preciado y creo también lo que tú planteas al final: buscar alguien con quien nos podemos sentir completos, sin importar sus genitales; y sobre todo, hacer lo que nos plazca y nos haga felices (sin perjudicar a nadie, por supuesto) sin importarnos los nuestros. Tampoco me gustan las etiquetas y prefiero definirme como "disidente sexual", aunque ya eso de por sí es una etiqueta... Pero así funciona la estructura de la mente humana, ni hablar.
ResponderEliminarBuen blog, no encuentro todavía la entrada que mencionas en el mío.
Saludos, nos estamos viendo.