Vine a la plaza que está
cerca de la casa. No es un lugar maravilloso, pero está bien: tiene
tranquilidad, árboles y sitios para sentarse. El clima a esta hora no suele ser
tan bueno, pero para ser invierno es lo mejor. Hay unos niños en los columpios,
como de la misma edad, cinco o seis años tal vez, andan puesto el guardapolvo y
hablan del hombre-araña. Muy cerca están unas viejas que hablan en voz alta;
pero no entiendo de qué, por momentos, bajan el volumen como si rumorearan de
alguien.
Se oyen muchos pájaros.
***
¿Por qué tengo miedo a perderme de algo? Es un miedo
tonto porque siempre nos estamos perdiendo algo. Como dice Julieta, la realidad
se sigue transformando, aunque yo no esté ahí. El tiempo no se detiene.
***
Hernán es como un poema
de viernes que llega miércoles
que me penetra a puntadas
que me sutura a medias
dejando brotar la sangre
un balón en la playa
estrellándose contra el cerrito de arena
que hizo un tal Wal con su
sonrisa inquebrantable
de hoyuelos en los cachetes
Hernán es como un poema
que intenta escribirse a solas
en alguna esquina del tiempo
En Buenos Aires Hernán escribe "perdón".
En Buenos Aires Hernán escribe "perdón".
***
Voy por unas facturas con
crema a la panadería porque se está poniendo frío.
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