viernes, 11 de agosto de 2017

Hernán no está más




Vine a la plaza que está cerca de la casa. No es un lugar maravilloso, pero está bien: tiene tranquilidad, árboles y sitios para sentarse. El clima a esta hora no suele ser tan bueno, pero para ser invierno es lo mejor. Hay unos niños en los columpios, como de la misma edad, cinco o seis años tal vez, andan puesto el guardapolvo y hablan del hombre-araña. Muy cerca están unas viejas que hablan en voz alta; pero no entiendo de qué, por momentos, bajan el volumen como si rumorearan de alguien.


 Se oyen muchos pájaros.
***

¿Por qué tengo miedo a perderme de algo? Es un miedo tonto porque siempre nos estamos perdiendo algo. Como dice Julieta, la realidad se sigue transformando, aunque yo no esté ahí. El tiempo no se detiene.
***

Hernán es como un poema
de viernes que llega miércoles
                 que me penetra a puntadas
                 que me sutura a medias
dejando brotar la sangre

un balón en la playa
estrellándose contra el cerrito de arena
que hizo un tal Wal con su
sonrisa inquebrantable
de hoyuelos en los cachetes

Hernán es como un poema
que intenta escribirse a solas
en alguna esquina del tiempo

En Buenos Aires Hernán escribe "perdón".


***
Voy por unas facturas con crema a la panadería porque se está poniendo frío.

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