jueves, 24 de agosto de 2017

Manchas en la cama




Hernán me propone un juego, me pide que elija una palabra.  Yo me apuro a decir “pija” entre risas. Me dice que no puede ser esa palabra, mientras me da a beber cerveza del pico de la botella. Che, qué bonita tu piel, qué suavecita. Yo me apuro de nuevo a decir “cabeza” y él asiente indicándome que está bien, entonces, me explica que tengo que decir “cabeza” cada vez que no aguante en caso de que me esté doliendo mucho. Yo acepto.

También me dice que tengo que obedecer sus órdenes. Yo acepto. Introduce sus dedos en mi boca y yo se los chupo, y él los lleva más al fondo hasta provocarme arcadas. Che, ponete de rodillas. Me inclino y sigo chupando. Me muerde. Me lame. Me muerde. Me lame. Me muerde. Me lame. Me muerde. Che, date vuelta. Che, qué bonito color.  Y me muerde, me muerde, me muerde. Y me lame, me lame, me lame. Y me golpea. Una bofetada, dos bofetadas.  Se va. Yo me quedo roto y vacío.

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