Papa,
No te has ido.
Te veo.
Estás en mis ojos grandes y
en ese intento de mi nariz por
señalar al futuro.
En mi metro-setenta y cuatro de estatura.
Y en el tenue hoyuelo en mi mejía, ese
camanance que tanto le gusta a él.
Fuerza motriz para empuñar el lápiz.
Cuatro lunares en el pubis.
Plática larga al calor de los tragos.
No te has ido,
estás en las lágrimas
de la otra
noche,
y el otro día.
Y en el oboe que suena
en mis sueños.
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