martes, 22 de abril de 2014

En las historias que me cuento



—Yo también me cuento historias antes dormir y a menudo duermo solo. Cuando duermo acompañado también me cuento historias imaginando a mi acompañante en mis historias. Imaginándome en las suyas— Pensaba mientras leía  Historias que me cuento de Cortázar.

Si, es que aun no termino de leer el libro de relatos Queremos tanto a Glenda. Siempre me pasa con Cortázar. Lo pienso mucho y lo problematizo al extremo. Sin embargo, en este momento creo que paso la metamorfosis más grande de mi vida hasta ahora. Marzo y Abril han sido cruciales. Creo que las eventualidades de estos meses me traen más disperso que de costumbre. Estoy en transición y estoy aprendiendo a llevar mis sueños y planes en cajas de mudanza. Andarlos conmigo y a seguir por ellos aunque aun no tenga dónde y con quién anclar. 
Entonces, el otro día me encontraba en la cama de mi nuevo hogar. Un poco abrumado por los cambios repentinos en mi vida. Aburrido sin poder salir porque entre temblores, terremotos y un sol de Semana Santa que amenaza con asarme a las 2:00 pm, hay pocas cosas que un chavalo como yo pueda hacer para divertirse. Aun con el sopor y calor me disponía a continuar el formidable libro de relatos. Y estaba ahí ante las Historias que me cuento. Y venían mis historias mezclándose con las del relato de Oscar

De a poco fui sacudiendo el polvo de algunas. Me di cuenta que algunas de las historias que yo también me cuento tienen nociones de transgresión y castigo. Historias de aventuras sexuales como las de Oscar. Las suyas de infidelidades y las mías de otro tipo. De un tipo de historias que yacen siempre llenas de pudor, moral y prejuicio en un resquicio de mi memoria. Como esa erección en el autobús que escondí con mi mochila y solo alguien interesado vio.
 
Como aquella vez que nos besamos de regreso a casa. Y él quería sentirme y yo también. Y nos besábamos y temblábamos de pie ante la luz de la luna. En la oscuridad de un andén. Me subía en sus zapatos para estar aun más cerca. Y me dolía contenerme.  Y era su erección y mi mano y mi boca y sus manos… y regresé a mi cama con su imagen. Me conté una historia que terminaba la que iniciamos en el andén, porque mi cama era en aquellos días terreno vedado para él.  Y en mi historia fue la explosión viscosa y otras cosas más que nunca podría contar. 

"Day 6: 8 O´clock" by Waldir Ruiz

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