Siempre que iba a casa de la Flor, mientras la
esperaba, tomaba de su librero el poemario de Francisco Ruiz Udiel: “Memorias
del agua”. Me parecía tan fascinante,
si, y lo leía en parte motivado por todo el mito entorno a él después de su muerte
y la publicación póstuma de este poemario. Hace unos meses decidí comprar el
libro porque descubrí que necesitaba leerlo cada cierto tiempo, necesitaba
tenerlo ahí cerca, en el buró, debajo de la almohada, en mi mochila…
Hace rato que leí hasta el último poema, pero
siempre vuelvo a él. Este poemario cumple el ciclo infinito del agua: nuca
terminaré de leerlo. No sé qué será, a lo mejor porque me veo de cierto modo en
él. Tal vez porque me adentro en su bosque y quedo perdido como Hansel y Gretel.
Tan refrescante y triste como la lluvia es. Aún no se va de mi mente que Llo-ver es la imagen doble de sí, del yo
en el filo de la vida, es verse a uno mismo en la tristeza del agua.
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