Hay entrevistas de entrevistas. La última vez que
me preguntaron algo que me dejó en jaque no fue hasta hace unas semanas vía
skype cuando una oficial de comunicación de nacionalidad mexicana me preguntó
de qué hablan los muchachos de mi país. Y yo me he quedado paralizado por al menos
35 segundos antes de emprender una disertación surrealista mientras pasaban mil
ideas por mi mente. ¿Podrían responder esto ustedes? Yo podría decirle de lo
que hablo yo y mis compas, pero, ¿los muchachos de mi país? Fue alucinante.
A los muchachos y muchachas de mi país podríamos
segmentarlos en tres tipos, me aventuré a decir; los primeros, una inmensa
mayoría preocupada por solventar sus necesidades básicas cuyas conversaciones a
lo mejor rondan esta cotidianidad. Un segundo grupo adormecido por la industria
del entretenimiento, la religión y la militancia de partidos políticos,
animados por intereses personales y por promesas, a menudo, tras ellos hay todo
un sistema organizativo dirigido por momias que logran sus objetivos gracias a
la movilización masiva de estos.
Y un tercer grupo, esos que critican, reflexionan
y apuestan por otra realidad nacional, pero cuyas luchas yo llamo “luchas de
cervezas y marchas”, pues las disertaciones y reflexiones ocurren en una
cafetería universitaria o un bar, y la máxime de su activismo (lamentablemente)
se concreta en una marcha, un post en un blog o un banner en las redes sociales.
El esfuerzo de estos últimos se ve diluido por
aquellos “líderes” que con la justificación de no haber conocido otra forma de
“poder” o “dirigir” repiten los mismos vicios de esas macroestructuras como el
gobierno en sus pequeños movimientos, organizaciones y demás. Entonces así tenemos una juventud segmentada y
perdida en conversaciones. Nada más que eso: conversaciones.
Aventurarme a responder esa pregunta derivó en
esta reflexión, a lo mejor querían saber nuestros temas de conversación en
general, los temas que nos preocupan como las tarjetas TUC, la reformas, la
violencia hacia las mujeres o descubrir tristemente que nada de esto nos
preocupa más que resolver el problema que tenemos en frente: ganar nuestro pan
de cada día.
bueno, tu división creo que esta bastante acertada, sigo viendo a ese personaje llamado Calixto de la novela Malaji de Henry Petrie, no seria malo que lo leyeras.
ResponderEliminarEn que grupo me planto yo, que te digo, en el segundo creo yo, soy conciente de la reaidad, pero que te digo soy de la generacion bendida... tristemente, por el disque pan de cada dia...