He llegado al cierre de otro ciclo. Diciembre
suele significar un cierre para muchísima gente y claro está que yo no soy la
excepción, sin embargo este diciembre mío está marcado por muchos inicios,
muchas esperas, muchas expectativas y pues me siento como un hombre a la orilla
del mar con su caña lista para agarrar el pez más grande del océano (no siempre
me siento así). Y es que estoy viviendo un momento tan crucial, tan jaque, tan
tan tan…
En esta semana me desenchufé y me fui con una de
mis mejores amigas… de esas amigas tan
íntimas que vaya usted a saber por qué nunca he escrito acerca de ella. Nos
fuimos a Chinandega y pasé tres días muy bonitos compartiendo con gente nueva
que conocí, gente maravillosa y calurosa como Chinandega. Y entre
la fotito, la risa, la comida y las iglesias me he quedado con unas reflexiones
valiosas: Yo necesito verle lo bueno a todo, nunca está demás valorar lo
bueno. Chinandega es bella y, aunque mi
favorita sea Granada, este viajecito se ha ganado quedarse en mis memorias.
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