viernes, 22 de marzo de 2013

El sexo y yo [Parte 1: la masturbación]



Fotografía tomada del blog Planeta Neutro


Pocas historias están llenas de tanta vergüenza, culpa y miedo como aquellas relacionadas al coito, la exploración y placer sexual. He decidido empezar una serie de reflexiones “en voz alta” (escritas) de la vivencia de mi sexo, la sexualidad… y todo cuanto haya ocurrido hasta hoy al respecto. A lo mejor y de paso deconstruyo algunas ideas tóxicas, míticas y estereotipadas. 

Yo no podría hablar de sexo sin explorar mi infancia y sin recordar cómo descubrí el maravilloso arte de procurarme placer a mí mismo. Comparándome con otros creo que mi exploración y vivencia sexual ha sido muy lenta, inocente y llena de mucho miedo. Sin embargo, ha sido de forma tan madura y “responsable” que no me arrepiento que haya ocurrido así. 

De niño, como de dos o tres años me daba curiosidad verles entre las piernas a mi mamá y a sus amigas. No sé. Las faldas, las piernas, me llamaban mucho la atención. Recuerdo que solía involucrarme afectivamente con hombres adultos. Entiéndase esto como atracción. Cabe destacar que nunca abusaron sexualmente de mí.

Pasemos a la adolescencia. Sólo recuerdo un sueño húmedo, no tuve más sueños húmedos, creo. Ese sueño húmedo que recuerdo era extraño. Yo tenía doce años exactamente. No recuerdo el acto sexual, pero sí a un señor que no era mi papá; pero que lo parecía o me lo recordaba, no sé, y cuando desperté fue una especie de placer y vergüenza lo que me invadía. Me gustaba mucho, podía ver su torso descubierto y parte del vello púbico; pero también sentía algo de culpa, era mayor, no sé, fue un sueño raro… 

Y así transcurrió el tiempo más o menos tranquilo. No me sofocaba mucho. Eso sí, tenía muchas erecciones durante el día, recuerdo que me gustaba acostarme boca abajo, con ropa, pero frotarme contra la cama, moverme de cierta manera, pero no eyaculaba. Me daba algo de placer y me humedecía. Luego, me avergonzaba y no lo volvía hacer en unos tres días. 

Empecé a masturbarme cuando tenía 16 años, estaba yo en la secundaria. Recuerdo que unos meses antes me había estado trasnochando viendo televisión, películas de Leonardo Di Caprio, Shia LaBeouf, Lindsay Lohan, todas esas producciones que poblaban los canales de tv mientras yo hacía la tarea o estudiaba. En una de esas, de pronto, haciendo zapping, ¡Zas! Llego a un canal porno. Era porno suave y la cámara se alejaba de los genitales. Me quedé a ver toda la película. Me estimulé en gran manera, pero aún no me frotaba.  Semanas después di con un horario más tarde, entonces presentaban porno hardcore y ahí sí me quedé asustado y el acercamiento de la cámara a la penetración me pareció grotesco. Lo apagué y no quise seguirlo viendo. Días después sentí curiosidad y volví, esta vez lo que vi me gustó y me estimulé tanto que alcancé un nivel de placer muy parecido al orgasmo. Tengo muchas anécdotas de mi descubrimiento y experimentación con el porno, pero ahondaré en ello en otra entrega.

La masturbación. Sí, fue en este periodo. Por conversaciones sabía que muchos de mis compañeros de clase y amigos se echaban una paja desde los doce. Yo, pues empecé “tarde”. Pero una vez que inicié, no he podido parar… (jajajaja….bueno, tampoco así). Y descubrí que mi placer sexual no sólo era genital. Avancé y exploré otros lugares de mi cuerpo. En aquel entonces muchos rostros y cuerpos de gente que me gustaba poblaban mi mente. Y nunca me ha faltado imaginación (creo…jeje). Me regalé a mi mismo los más fabulosos orgasmos. Pero me invadía la vergüenza, el miedo y lo manejé a nivel íntimo, secreto, no lo compartía ni con mis amigos. Era mi placer culposo. 

Tenía mucha información, pero era muy apresurado definirme. No tenía que hacerlo, pero los mensajes que a diario escuchaban me llevaban hacia una “definición”… Pero pasé de esos dramas ajenos y continué mi exploración infinita. En esta etapa de autoplacer exploré “la pasividad”, descubrí que el placer sexual no sólo estaba en la ilusión de la penetración o en el pene como único apéndice de placer. Descubrí mi punto “P”, al principio me daba mucho miedo, pero me gustaba muchísimo… 

 Creo que le seguirían mis exploraciones con otros cuerpos distintos al mío, pero esa será en la 2da parte (…jeje). Aún, me sonrojo xD.   
        

7 comentarios:

  1. Wow, ¿hace calor aquí o soy yo? Esperando ansioso la segunda parte :)

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  2. jajaja.... es calor Virginio, muuuucho calor. Estamos a 40c en Managua xD jajaja Gracias x pasar.

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  3. Wal nunca pense que estaria en una de tus historias( voy a cobrar jaajajja ) no mentira
    ARLEN

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  4. AUCCCCCCCCCCCHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH bueno hace cuanto no se ponía si de caliente este tu lugar de inventos Waldirsito bandido jajajajajaja,,, pues te felicito por que, aparte de contar una de tus experiencias, como tu dices, quizás logres descontruir una que otra idea que aún pueblan la atmosfera que nos rodea... esperando la segunda parte no te dilates, que exito ver a don Virginio por aca....

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  5. Me encanta que hables tan abiertamente de TODO. Hace falta más gente así, ¡¡ánimo!!

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    1. Gracias por valorarlo Anerol, gracias por pasar por acá :D

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