"Retrato de Louis", ilustración de Paula Bonet, adaptación de Waldir Ruiz |
En los días que conocí a Louis [el vampiro, ese
del que eventualmente hablo y al que le he enviado postales y cartas que nunca
encontraron respuestas], me sentí extrañamente atraído por su barba. Así como
días después me alucinó su intelecto, forma de escribir y comunicarse, así su
barba me absorbió.
…yo quedaba abstraído en un mundo simbólico en el
que cada movimiento transcurría lento, en el que cada roce de su barba afelpada
era un corrientazo eléctrico que me sumía en un estado de tensión que desembocaba
en una pequeña muerte. Muerte. Eso era y es.
Su barba, no me canso de verla y estudiarla.
Seguir con mis labios el rumbo de los vellos, el orden, cómo estos se amoldan y
contornean a su rostro. Lo enmarcan. Me gusta observar cómo confluyen todos
esos pequeños vellos y se vuelven eso que me obsesiona. De castaño claro a
castaño oscuro, blancos, negros, hay de todos…
Me gusta seguir el ritmo de sus días. ¿Va corta, larga, mediana? ¿Está suave, rasposa, descuidada?
Ella habla por Louis, me explica el paso del tiempo de su vampirismo… y aguarda
más que él a mi roce.
Aludo ala sensacion de los hombres en la adolescencia de apreciar como crece la barba...el bigote es poco mimados...pero la barba es el tatuaje natural que tratamos de marcarlo en todas las formas...
ResponderEliminarOtra para Louis muy bien como era la barbar ñan ñan
ResponderEliminarAtt Aldo