Parroquia Santiago de los Caballeros / Waldir Ruiz |
Conocí a Willito sin su trajecito de monaguío. Llegó para quedarse a vivir en mis recuerdos, a lo mejor envejezco y él permanezca en mi mente como una foto vintage. Pero no importa, todos tenemos a alguien a quien recordar. Me había prometido a mi mismo olvidar a quienes me olvidan, a querer a quienes me quieren y a extrañar a quienes me extrañan (reciprocidad absoluta para evitar decepciones); pero ya son testigos de que toda promesa nace para ser violada…
El viernes por la noche, por primera vez, recibí un regalo. Después de Misa llegó a mi casa en su bicicleta, traía una bolsa con medio kilo de galletas y un libro de mitología nórdica escrito en alemán.
El primer tiro me encuentra, parado frente a su puerta: es el pequeño asustado que se aferra a su almohada…
PD: Nuestras vidas son diferentes e iguales a un mismo tiempo
No hay comentarios:
Publicar un comentario